Adiós al pintor Juan de la Cruz Machicado
Christian Reynoso
Este es un artículo que tenía pendiente con relación al pintor puneño Juan de la Cruz Machicado, quien falleció el primero de agosto pasado, en la ciudad del Cusco, a los 83 años, luego de sufrir los embates de la vejez y mala salud, en los últimos años de su vida. Tuve la satisfacción de conocerlo desde mi juventud, compartir una amistad fraterna, gratas conversaciones plenas de humor y encuentros esporádicos en Lima y en Puno. Me encargó escribir acerca de su obra, para los catálogos de las muestras “Mamacha Candelaria” (en Lima, 2015; Puno, 2016) y “Sumak Kawsay o Buen vivir” (en Cusco, 2017), que fueron sus últimas exposiciones. Hoy, algunos de sus óleos, me acompañan en las paredes de mi casa.
Juan de la Cruz Machicado fue una figura importante de la generación de pintores peruanos de los años sesenta, e hizo suya la impronta del arte figurativo como método de su corpus artístico. Inició su carrera con estudios de arte en la Escuela de Bellas Artes Diego Quispe Tito de Cusco y posteriormente en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Lima. Su obra empezó a ser conocida y valorada tanto en nuestro país como en el extranjero, en especial en Alemania, España y Estados Unidos y en varios países de Latinoamérica, lugares por los que viajó en un constante itinerario creativo. Finalmente se afincó en su tierra adoptiva Cusco, sin olvidar su tierra natal Puno, en un ir y venir constante, desde donde produjo su arte. Hoy en día su obra se exhibe en distintos museos, galerías y colecciones privadas.
El trazo recio, los colores brillantes, la luz que platina la superficie, junto al movimiento y la versatilidad ondulante de sus composiciones, hacen del arte de Machicado una singular y original manera de ver y leer el Perú y sus manifestaciones culturales, en especial de la sierra sur, en tanto estas son reelaboradas a partir de una mirada realista que, una vez llevadas a las telas, adquieren una nueva dimensión. Sus personajes, especialmente hombres y mujeres campesinos e indios, muestran la vida diaria que llevan en el campo y en el pueblo. Mientras que sus paisajes, surtidos de pequeñas casas superpuestas, calles terrosas y empedradas, la típica iglesia, la pileta, los balcones, componen una arquitectura rural oblonga y colorida, que ha sido el sello característico de su pintura.
Es así como Machicado nos invita a ver el mundo andino. Sus colores son la campanilla que nos anuncia el rumor de la fiesta, el movimiento, la música, la armonía. Machicado es arte que aporta en el conocimiento del Perú profundo. Hoy, haría falta la edición de un catálogo que muestre su obra completa, además de su itinerario vital como artista, para que su legado pueda ser visto y estudiado con profundidad por nosotros y las nuevas generaciones.
Colofón: Valga esta ocasión para mencionar la actitud irresponsable del Municipio de Puno y su inepto alcalde, Iván Flores, y su corte de aduladores, quienes, tras haber recibido hace un par de años como donación los cuadros de la serie “Mamacha Candelaria”, para con ellos crear la pinacoteca municipal de Puno, menoscabaron su ofrecimiento y no hicieron absolutamente nada, pese a los compromisos públicos que asumieron. Desde luego, tuvieron que devolver los cuadros. Gracias a esta falta de visión, Puno ha perdido la oportunidad de tener para su historia y cultura la obra de uno de sus pintores contemporáneos más destacados, y, por supuesto, de disfrutar de ella.
Los Andes, Arequipa. 23/9/18.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.