Pequeña joya: Documental sobre “Candico”, el personaje de “Canto de sirena”
Christian Reynoso
Uno de los personajes de la literatura peruana más pintorescos, Candico, el protagonista de la celebrada novela “Canto de sirena” (1977), de Gregorio Martínez (1942-2017), estuvo inspirado en Candelario Navarro, un hombre de mil oficios, nacido en Acarí en 1895, y muerto en Ica a los noventa años, en 1985. Fue huaquero, amigo de Julio C. Tello, brujo, mujeriego, pero sobre todo dueño de un gran conocimiento popular, lo que lo hizo atractivo para su conversión al plano de la ficción. En la realidad, la fama que le dio haber sido personaje de dicha novela trascendió las fronteras literarias y se convirtió tanto en un referente de la cultura popular afroperuana por su historia de vida como por ser testigo participante del proceso histórico de esta parte de la costa del Perú, en especial el mítico Coyungo y sus alrededores. En un ensayo anterior, publicado en la revista “Martín” (Nro. 31. USMP: 2018), me he acercado a este personaje, en tanto ficción y realidad.
Se tenía noticia de un video documental dedicado a Candelario Navarro. Tras algunas pesquisas hemos logrado encontrarlo. Se trata de un video de 20 minutos titulado “Candico”, filmado entre 1981-82, por Aba producciones S. A., bajo la producción de Alfredo Bejar (1955, quien ha vivido y trabajado en Nueva York por temporadas y hoy radica en Perú. En 2010 produjo “Imaginando a Mina”, sobre el famoso boxeador Mauro Mina); la dirección de Francisco Salomón, y el guion de ambos y Gregorio Martínez.
El video fue estrenado en Perú, en 1984. Alfredo Bejar, en una comunicación personal, nos cuenta: “El corto fue hecho para el Perú y se distribuyó en 1984, sin subtítulos, en 35 mm, bajo la antigua Ley de Exhibición Obligatoria. Se exhibió en dos partes porque era demasiado largo (20 minutos) para que se presente en su totalidad en los cines. La Parte 1 es “Candico”, y la Parte 2 “Huaquero de oficio y ciencia”. La versión larga de 20 minutos se tituló “Candico: Huaquero de oficio y ciencia””.
En 1985 se le puso subtítulos en español sobre el trabajo de traducción que hizo Hilda Beasley. Esta versión que hoy se puede ver en Internet, se presentó en algunos festivales en Estados Unidos y una muestra en Canadá, de manera limitada, a partir de 1985. El video fue premiado en el Festival Latino de Nueva York (evento que era auspiciado por el Public Theater y el Bronx Museum), como Mejor Película (coganadora con “Machito, a Latin Jazz Legacy”), según indica Bejar. A inicios de los noventa el corto fue visto en la zona de Coyungo, aunque no de manera autorizada.
Una copia fue conservada por Roberto Gutiérrez, poblador de Coyungo, quien luego se la entregó a los hermanos Andrés y David Gutiérrez Medina, quienes son hijos de Alfredo Gutiérrez Chávez, campesino coyungano, ya fallecido, quien aparece en el video junto con Gregorio Tapia, otro campesino coyungano, ambos como ayudantes de Candico. La copia que hemos conseguido es gracias a Andrés y David. Por su parte, Bejar confirma que se le entregó a Alfredo Gutiérrez Chávez una copia en VHS como cortesía.
Candelario en escena
Candelario Navarro, en primer plano, enciende un fósforo para luego dar lumbre al fogón en el que prepara sus alimentos, dentro de su casa-choza en Coyungo, rodeada de guarangos. Alimenta el fuego con leña, y dice: “Las tierras Dios la has hecho para que el hombre las trabaje, no han sido tierras después de Dios de ninguno, las que yo he trabajado. Creen que yo, porque soy color de la noche, soy un cualquiera”. Entonces nos cuenta su vida, sus actividades, sus designios, mientras muestra los rincones de su casa, sus remedierías, su santuario de brujo, para curar a los tísicos, la diarrea, la diabetes. Cuenta que la gente afirma que “Dios lo ha mandado aquí a la tierra” para que cure. Sus ojos grandes de visibles escleróticas blancas que sobresalen en su rostro negro, hacen juego con su dentadura blanca y casuta, y su sombrero de paja de ala ancha. Habla de su aparato de radio, y cómo se dedica a comparar y analizar lo que escucha allí y lo que él piensa y tiene en la cabeza, para ver cuál “camote” es mejor. Interpela a quienes lo entrevistan, ellos que han estado en colegios y han estudiado, y a las mentiras que se publican en los periódicos de que van a hacer un “pueblo atrás de la luna”. Que vayan con esa cojudez a otro negro, pero a él no, dice. Sus palabras se salpican con imágenes del desierto de Nasca y Coyungo, y la soledad y el calor agobiantes que se dejan sentir.
En otra secuencia, Candelario junto con dos campesinos emprende una caminata por el desierto con el fin de huaquear. Cuenta sus andanzas con Julio C. Tello, en 1916, cuando lo ayudó a excavar y de donde aprendió el oficio de huaquero. Entonces da una lección sobre tal oficio, mientras encuentra un fardo funerario y algunos huacos. Candico dice, finalmente, que no faltara reclamante que diga que este vestido y cajón van a ser para Navarro, porque todos tenemos que morir algún día, mientras se aleja en el atardecer del desierto.
El video constituye un valioso registro testimonial de Candelario Navarro. Podemos verlo y escucharlo y enriquecer su correspondencia con el personaje de ficción. Además, Candelario no pierde oportunidad para hacer una defensa cerrada de su color, de su negritud, de su sabiduría y de su condición de hombre del desierto, frente a las cámaras, carajo, y enseñarnos su forma de ver y concebir la vida.
Nota: Este texto publicado en febrero de 2019, luego fue enriquecido con información proporcionada por Alfredo Bejar en una comunicación personal en junio de 2019.



Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.