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Pedro Salinas y la justicia en el Perú

Christian Reynoso

Publicado: 2019-04-16

A veces la justicia puede ser decepcionante y contradictoria. En la última semana, mientras que en Madrid se otorgaba libertad condicional al corrupto juez César Hinostroza, quien huyó del Perú acusado de liderar una organización criminal, y ahora esperará tranquilamente en la ciudad española, al lado de su familia, a que el proceso de extradición siga su curso, lo cual puede durar largos meses; aquí, la jueza Judith Cueva del Primer Juzgado de Piura, dictaba sentencia por un año de prisión suspendida y ochenta mil soles de reparación al periodista Pedro Salinas, por el delito de difamación contra el arzobispo José Antonio Eguren, uno de los miembros antiguos del Sodalicio de Vida Cristiana, organización católica que en el Perú ha cometido la mayor cantidad de abusos físicos, psicológicos y sexuales, bajo la cabeza de Luis Fernando Figari quien goza de gollerías y una vida plena en Roma. 

Ahí mismo nos enteramos de la detención preliminar del expresidente Pedro Pablo Kuczynski, por supuestos dineros recibidos por la empresa Odebrecht; entonces los peruanos nos preguntamos por qué todavía anda suelto el otro expresidente, Alan García, investigado por más larga data y con pruebas más sólidas de haber recibido dineros de Odebrecht y quien, como todos sabemos, intentó huir cobardemente del Perú a través del asilo político, para librarse de una eventual detención. ¿Y el expresidente Toledo…?

De esta manera la sensación de una justicia inequitativa, que rompe con el sentido común pese a las evidencias y pruebas, o que se ejerce en virtud de estratagemas legales, y cuotas de poder enquistado, nos produce una sensación de verdadera náusea.

Pedro Salinas y Paola Ugaz, periodistas y autores del libro Mitad monjes, mitad soldados (2015), decidieron valientemente comprarse el pleito de dar a conocer al Perú y al mundo, a través de sus investigaciones y trabajo periodístico, la podredumbre que se vivió al interior del Sodalicio. El mismo Salinas, un exsoladite y víctima de los abusos, fue quien con su trabajo logró que salieran a luz muchos testimonios de las víctimas y se establecieran los nombres de los responsables. Todo un rosario de pederastas negacionistas. Esa fue la tarea a la que se dedicó en los últimos años. Intentar mostrar a los peruanos una realidad oculta y perversa en la que el abuso del poder religioso ―o supuestamente religioso―, sirvió para la canibalización.

Por eso resulta contradictoria e injusta la sentencia contra Salinas, porque se constituye en una forma de amedrentar y acallar el periodismo en el Perú, más allá de los efectos personales y emocionales, y, nos plantea que, el poder de la Iglesia Católica en nuestro país con sacerdotes como Eguren es latente y peligroso cuando quiere apañar sus cuitas. Desde luego Salinas ha recibido diversas muestras de apoyo, incluso de la propia Conferencia Episcopal Peruana que disiente de Eguren, pero todo eso no es todavía suficiente. Será suficiente cuando los culpables de los abusos estén presos y las víctimas sean resarcidas y periodistas como Salinas y Ugaz sientan que su trabajo no ha sido en vano.

Sea esta columna unas palabras de solidaridad con Pedro Salinas y Paola Ugaz.



Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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