#ElPerúQueQueremos

MVLL en mitin en puno

Vargas Llosa y el altiplano – Parte 1

Christian Reynoso

Publicado: 2019-07-02

Recupero un texto antiguo sobre Mario Vargas Llosa y su relación con el altiplano puneño, tanto en el aspecto político como en el literario. A continuación la primera parte

El 11 de febrero de 1990 Mario Vargas Llosa fue apedreado en Puno. Era entonces candidato presidencial por el FREDEMO y sus operadores políticos puneños le recomendaron que asista al estadio Enrique Torres Belón donde se llevaba a cabo el Concurso de Danzas con motivo de la Festividad de la Candelaria. Los furibundos espectadores, que se sintieron ofendidos, pues vieron su tradición religiosa contaminada por el rédito político, lanzaron desde las tribunas una lluvia de piedras y mazorcas de maíz que, si bien fueron retenidas por el jefe de seguridad con su casaca, no evitó que Vargas Llosa cayera al piso. A ello se sumaba el declarado agnosticismo del escritor que, en medio de la campaña electoral, fue blanco de críticas. Esta es la anécdota más conocida del paso del Premio Nobel de Literatura por Puno.

Este rechazo se expresó también en las urnas. En la segunda vuelta electoral presidencial de junio de 1990, en el departamento de Puno, Vargas Llosa obtuvo el 13.32% (36,375 votos) mientras Alberto Fujimori de Cambio 90, ganó con el 86.68% (236,710 votos). A nivel nacional, Puno fue el lugar donde Vargas Llosa obtuvo la más baja votación y Fujimori la más alta.

Años después en El pez en el agua (1993), Vargas Llosa escribió que en Puno “cometimos el error de confiar la organización [del comité departamental] a personas sin aptitud ni solvencia moral”. Añadió: “No olvidaré la impresión que me hizo advertir, en una visita a las comunidades del altiplano, que nuestro secretario departamental puneño trataba a los campesinos con la prepotencia de los antiguos gamonales”.

¿Quién fue ese secretario al que Vargas Llosa hace alusión? Pues, fue un conocido militante del Partido Popular Cristiano (PPC) en Puno: Dante Cabanillas, quien estuvo acompañado por Oscar Frisancho Deza como Jefe de Campaña y Melchor Palomino Bejarano, como candidato a la alcaldía provincial.

Vargas Llosa también escribió ―con relación al rechazo que tuvo en las regiones campesinas del Perú―, que en Puno, “uno de los departamentos más miserables (y más ricos en historia y en belleza natural del país)”, todas sus giras, “fueron objeto de violentas contramanifestaciones”. Ello por “la resistencia del campesinado… a dejarse convencer” por su mensaje de reformas liberales, pero también, reconoció, por su “propia incapacidad para formular este mensaje de manera convincente”.

Esta incapacidad a la que alude, podría explicar también en el plano literario la distancia que Vargas Llosa ha tenido con la realidad de los Andes, no obstante su acercamiento a ella a través de la obra de José María Arguedas y el movimiento indigenista del que, “tanto en Lima como provincias ―sobre todo en Cusco y Puno―, había un vigoroso movimiento de reivindicación del indio y de la tradición y la cultura quechuas”, según anota en La utopía arcaica (1996).

Nota: Artículo publicado originalmente en la revista Cabildo Abierto Nro. 54. Asociación SER.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


Publicado en