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Ritmo y calor amazónico: El musical de “Pantaleón y las visitadoras”

Christian Reynoso

Publicado: 2019-07-23

Pantaleón y las visitadoras (1973), la cuarta novela de Mario Vargas Llosa, parece ser la obra que más adaptaciones ha tenido desde su publicación. En 1975, la Paramount Pictures se propuso llevarla al cine bajo la dirección y adaptación del propio MVLL. La película fue filmada en República Dominicana, pero resultó un fracaso, que el propio escritor ha reconocido debido a su inexperiencia en el campo cinematográfico. Aquella vez, Camucha Negrete interpretó a la famosa visitadora La Brasileña. Veinticinco años después, en 1999, el cineasta peruano Francisco Lombardi adaptó con gran éxito la novela y filmó la película que es la que ha perdurado en nuestra memoria desde entonces. Se grabó en la selva peruana y tuvo en los roles estelares a Salvador del Solar y a Angie Cepeda, quien asumió el papel de La Colombiana en vez de La Brasileña. En 2009, la novela se adaptó al teatro en una obra que se estrenó en Nueva York. Y este 2019 ha sido adaptada en un musical, el cual se viene presentando en el Teatro Peruano Japonés. 

La puesta en escena de Pantaleón y las visitadoras, el musical, es realmente impresionante. Adaptada por el dramaturgo español David Serrano, la dirige Juan Carlos Fisher, y participa en él un gran elenco en el que se pueden ver a varias figuras conocidas de la televisión, el cine y el teatro peruano. Sin embargo, lo que más sorprende es el trabajo de la composición musical que incluye a una orquesta en vivo y enhebra a la obra con más de diez canciones. De esta manera, la trama de la historia se intercala con una música alegre de ritmos amazónicos que marca el baile de los actores. Una mezcla en la que los momentos dramáticos, pero también de humor, se dan la mano con el movimiento, la magia, el color y la fiesta de la selva, y que, sin duda, contagia al espectador.

Se puede sentir el calor de la selva, el paisaje colorido, la algarabía de la juventud citadina, el frenesí y la libido que procuran el calor, las comidas, las bebidas y el clima selvático. Al mismo tiempo, se puede percibir la realidad social que se vive en esta parte del Perú, la violencia, el ejercicio de la prostitución y la forma que se tiene de ver el mundo desde la selva. Todo ello como marco para introducirnos y ser partícipes de la historia ya conocida: el capitán Pantaleón Pantoja llega de Lima a Iquitos para organizar un servicio de prostitutas que atienda las necesidades sexuales de la tropa del Ejército Peruano.

Hacia el final, tras la muerte de La Brasileña, el discurso de orden que Pantaleón Pantoja (interpretado magníficamente por Emanuel Soriano) brinda frente al ataúd, adopta un tono reivindicativo y se inclina hacia la defensa de la mujer, al tiempo de denunciar el machismo imperante de nuestros días —y de siempre—, lo que arranca los aplausos del público. También es memorable ver a Gustavo Bueno en el rol del general Scavino, que nos recuerda su clásico papel como el teniente Gamboa en la película La ciudad y los perros; esto, entre otros sudores y calores del mundo de “pantilandia” y la amazonía.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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