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Padura y las motivaciones por Trotski y Mercader

Christian Reynoso

Publicado: 2019-08-06

Leonardo Padura (La Habana, 1955), estuvo en la reciente FIL-Lima en un diálogo con Fernando Ampuero. Aunque la conversación estaba planteada para hablar del relato policial en América Latina, finalmente se centró en las motivaciones que tuvo el autor cubano para escribir su novela más celebrada El hombre que amaba a los perros (2009) ―que narra cómo fue el asesinato de León Trotski en 1940. Estas motivaciones dan cuenta de un proceso creativo donde se mezcla el talento, la conmoción, la información histórica e incluso la ignorancia. 

El escritor cubano afirma que la ignorancia hizo que se interesara en Trotski. Era la década del setenta y acababa sus estudios en la Universidad de La Habana. Hasta entonces había leído un par de libros sobre este personaje, donde se le tildaba de traidor. Era la otra mirada. Entonces empezó a interesarse por su vida y su acción política. Luego, en octubre de 1989, Padura visitó en México la casa de Frida Kahlo y Diego Rivera, donde mataron a Trotski, y fue cuando sintió una gran “conmoción” al estar en ese escenario. Un tercer hecho que lo llevó a la escritura de este libro fue enterarse de que el asesino de Trotski, el español Ramón Mercader (1913-1978), había vivido los últimos cuatro años de su vida en Cuba bajo el nombre de Jaime López. Esto le “resulto inquietante”: el saber que en su misma ciudad de La Habana vivía y caminaba ese hombre.

De esta manera, Padura tenía entre manos un gran abanico de “semillas” pero “en una tierra que no sabía que era fértil”. Estas semillas tuvieron que madurar todavía. Afirma que si hubiera escrito la novela en los ochentas, hubiera sido otro libro y no el que es ahora. Esto se relaciona con la apertura de los Archivos de Moscú en 1992 que permitió el acceso a información clasificada. Hasta entonces todo se sabía de Trotski, pero poco o nada de Mercader. Este desequilibrio fue también otra motivación para Padura. Imaginar, construir o llenar ese vacío respecto de la historia del asesino. Desde luego, el mundo de Mercader era sombrío, y allí se quedó, escindido en el caminar de la historia. Él creía que había obrado bien al matar a Trotski, porque para eso fue formado, pero al mismo tiempo la forma cobarde como lo hizo lo obligaba a recular. Es cierto que después del asesinato el grito lastimero de Trotski lo siguió por toda su vida, cuenta el escritor.

Hoy en día, El hombre que amaba a los perros tiene más de cien ediciones, indica Padura y ha sido traducida a decenas de idiomas. Sin embargo, no ha sido traducida al ruso ni mucho menos se ha publicado en Rusia. Asimismo, es en Cuba donde menos ha circulado esta novela. “Aparece y no aparece”, afirma Padura, mientras contiene una sonrisa irónica en el rostro. Las paradojas de la vida. Parecería que todavía hay verdades y/o mentiras que pueden cambiar el rumbo de la historia.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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