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Mafalda en tiempos de cólera

Christian Reynoso

Publicado: 2019-09-24

El próximo 29 de setiembre se cumple un año más desde que, en 1964, saliera a la luz por primera vez la tira cómica Mafalda en el suplemento humorístico Gregorio de la revista argentina Leoplán. Desde entonces, la niña Mafalda y su creador, Joaquín Lavado Tejón (Mendoza, 1932) más conocido como «Quino», han cosechado una legión de seguidores y lectores. Asimismo, Mafalda se ha convertido en un símbolo de cuestionamiento a la injusticia social, al sistema político y a la estupidez. Tal vez, en respuesta a este espíritu, es que hoy Mafalda sigue siendo actual, se le sigue leyendo y se le sigue disfrutando. 

Desde su primera aparición, la tira fue mutando en cuanto al aspecto gráfico, al mismo tiempo que ganaba mayor lectoría. De Leoplán pasó a publicarse en 1965 a la revista semanal Primera plana, y en los siguientes años al diario El mundo, además de diversos diarios locales de la Argentina. Luego apareció en el semanario Siete días ilustrados. En 1966 se editó el primer libro-álbum de las tiras que tuvo una gran acogida. Ya Mafalda era un ícono. Finalmente, por decisión de Quino se publicó la última tira a fines de junio de 1973. Vinieron entonces las ediciones en formato libro, las traducciones y la internacionalización.

En las primeras tiras solo aparece Mafalda y su padre. Después aparecería la madre y luego, paulatinamente, el resto de niños: Felipe, Manolito, Susanita y Miguelito. Entonces nacería Guille, el hermanito, y finalmente haría su aparición Libertad. Así, a partir del discurso, motivación, rol y contradicciones que tiene cada personaje, se representa a la familia de la clase media argentina de los años sesenta-setenta, inserta en el espacio urbano. Las relaciones y vicisitudes que viven en la calle, el parque, la escuela o al interior de la familia, nos dan cuenta de un diálogo y aprendizaje constante, dentro de una visión crítica y progresista de la vida.

Es con inocencia y humor, pero sobre todo con ironía que, a esta niña inquieta y curiosa —a quien no le gusta la sopa, pero a menudo se abstrae con un globo terráqueo o está al tanto de lo que acontece en el mundo a través de la televisión, la radio y los periódicos—, su creador logra dotar de un punto de vista coherente ―¿acaso político?― que antes como hoy nos confronta en tanto ciudadanos de la América Latina y nos abre los ojos. De esta manera, son muchas las verdades y enseñanzas que nos deja la lectura de Mafalda y el personaje en pos de compartir con el lector su visión del mundo y de lo que espera de él.

¿Cuánto de ese aprendizaje, si hoy fuera puesto en práctica, nos libraría de políticos ignorantes y delincuentes, de ciudadanos deshonestos, de egoísmos individualistas, o de verdades a medias? Tal vez nuestros países estarían mejor. Como dice Mafalda: «Todos creemos en el país, lo que no se sabe es si a esta altura el país cree en nosotros». Quizá sucede eso porque como ella misma pregunta: «¿Y no será que en este mundo hay cada vez más gente y menos personas?».


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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