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La evomanía entonces y hoy

Christian Reynoso

Publicado: 2019-11-19

En enero de 2006 asistí como periodista a la toma de mando de Evo Morales en La Paz, para escribir un reportaje en la revista Cabildo Abierto (Asociación SER). Entonces el fenómeno “Evo” era inédito en el país altiplánico y en la región. Por primera vez, un ciudadano “de origen indígena” asumía la más alta investidura política. No obstante, ducho en las canteras sindicales Evo ya había sido diputado en los noventas y ya había candidateado a la presidencia en el 2002, donde quedó en segundo lugar. En todo caso, era una carrera política en ascenso que en algún momento iba a dar sus frutos sobre la base del caudal electoral que había ganado.  

Así fue. En las elecciones de 2005 derrotó en primera vuelta a Jorge Quiroga de Poder Democrático Social, quien obtuvo menos del 30%. Morales del Movimiento al Socialismo (MAS) obtuvo más del 53%. Junto a Evo estuvo Álvaro García Linera, su vicepresidente, pero al mismo tiempo un intelectual de izquierda y progresista quien dotó al partido del componente ideológico y programático.

Y se desató la “evomanía”. El símbolo recurrente fue la “evochompa”. Una chompa de alpaca con franjas horizontales en granate, azul y plomo, en contraposición al saco y corbata, habitual del poder que hasta entonces había dirigido a Bolivia.

Los actos protocolares de la toma de mando contaron con la presencia de diversos presidentes de la región (Toledo —el otro presidente “indígena”, el de Harvard—, de la mano con Eliane), mientras que el balconazo en Palacio Quemado fue apoteósico. Aún más, la fiesta-concierto en San Francisco, en el centro de La Paz, donde miles de banderas bolivianas, venezolanas y cubanas, además de las wiphalas y otras alusivas al Che, flamearon al compás de trova y ritmos latinoamericanos, en un contagio fascinante que anunciaba la llegada de un nuevo tiempo de aires socialistas para Bolivia.

Ciertamente, con el arribo de Evo a la presidencia iniciaba para Bolivia una nueva época en su historia. La población campesina e indígena por fin tenía quien los represente y quien gobierne en su favor. Atrás iban a quedar los siglos de exclusión y de dominación mestiza. Ya no estarían en el poder los Siles Zuazo, los Paz Estenssoro, los Paz Zamora, los Banzer Suárez, los Sánchez de Lozada, los Mesa Gisbert. Ahora era “el Evo”, ese que era hijo de ellos, “¿no ve?”.

Las elecciones de 2009 y 2014 Evo volvió a ganarlas con amplia mayoría. Sus tres gobiernos estuvieron marcados en términos generales por la nacionalización de empresas, el crecimiento económico, la disminución de la pobreza, y la visibilización y puesta en práctica de un discurso de tono antimperialista en el que confluían política y cosmovisión andina (que tuvo eco en el sur andino peruano). También sus gobiernos estuvieron marcados por algunos escándalos de corrupción, conflictividad social y la presencia de la oposición que representaba a la siempre vigente élite empresarial de Santa Cruz.

El cuarto mandato que Evo intentó ejercer, tras serias irregularidades en el conteo electoral, significó la caída de su gobierno. Ciertamente ya no tenía el apoyo arrasador de antaño y sufría del desgaste natural. Pero de haber accedido a una segunda vuelta, la historia de la Bolivia que vemos en estos días, dividida y sangrienta, sería otra.



Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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