Los juegos verdaderos de E. de los Ríos
Christian Reynoso
Edmundo de los Ríos fue un escritor arequipeño (1944-2008), poco conocido, pero con una obra corta y potente. En los últimos años ha sido publicado nuevamente, tras un largo silencio. Algunos aspectos de su biografía señalan que, a fines de los sesenta, a los 23 años, viajó a México para seguir una beca en el Centro Mexicano de Escritores. Luego de diez años, a fines de los setenta, regresó al Perú con cierto nombre ganado para quedarse en Lima y ejercer el periodismo cultural en la revista Caretas entre 1980-1994.
La experiencia en México le sirvió para escribir o terminar de escribir allí la novela Los juegos verdaderos. La novela fue finalista del premio Casa de las Américas en Cuba en 1968 y publicada en ese país el mismo año. Apareció luego una edición mexicana. En Perú, se publicó recién en 1986 a través de la Universidad Nacional San Agustín de Arequipa. Una cuarta edición ha salido en 2017 a través de Cascahuesos editores en su sello Surnumérica. Es la que tengo entre manos.
Los juegos verdaderos es una novela que experimenta con la forma del lenguaje y con una estructura compleja, debido a los planos superpuestos en los que el personaje narrador, que funciona como eje, relata tres historias: la historia de su niñez en Arequipa y la collera de los Halcones Negros; su juventud en Lima, los amoríos universitarios y la decisión de viajar a México y Cuba para integrarse a la guerrilla; y la podredumbre que vive en la cárcel entre piojos y excrementos junto al Negro, otro preso, con los sueños revolucionarios ya vencidos. Es la década del sesenta.
A lo largo de las páginas el lector podrá sentirse sobrecogido por una imaginación desbordante y pasajes luminosamente literarios que nos muestran el talento de un gran escritor. Por ejemplo, en el capítulo 9, la imagen fija de la pierna izquierda del personaje, colgada del catre donde yace en la cárcel, sirve para construir un discurso a partir de la observación y el pensar. Ello como un acto de sobrevivencia. En la cárcel “hay que pensar para no morir, pensar en todo para no pensar en mi muerte” (p. 44). Es decir, si se deja de pensar se muere, que es precisamente lo que los carceleros quieren.
El título de la novela hace alusión a esos “juegos verdaderos” que implican asumir un compromiso, vencer el temor, ganarle a la cobardía, dejar de lado el romanticismo, para tomar la decisión de hacer algo por el país, pero al mismo tiempo saber que la vida del guerrillero puede terminar en “una prisión atroz” (p. 158). De esta manera, la novela es un canto al heroísmo del antihéroe.
Edmundo de los Ríos se ha convertido también en un personaje literario. Fernando Ampuero en su libro Lobos solitarios (2017), nos acerca a algunos aspectos de su vida, en especial dentro del escenario laboral de la revista Caretas. Las tribulaciones, manías, esperanzas y sueños que se cocían día a día entre el periodismo y la creación literaria muy bien podían ser un juego verdadero o una mentira formal.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.