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víctor humareda. foto de herman schwarz.

Cien años de Humareda sin sus cuadros

Christian Reynoso

Publicado: 2020-03-03

El seis de marzo se cumplen cien años del nacimiento del pintor Víctor Humareda Gallegos (Puno, Lampa, 1920 – Lima, 1986). Hoy en día, Humareda es un pintor esencial en la historia de la pintura en el Perú, por sus aportes plásticos, genialidad y extravagancias que hicieron de él un personaje en sí mismo, aunque en sus inicios fue marginado por la élite limeña. Sin embargo, hoy resulta curioso que, a poco de celebrarse esta fecha, ninguna institución pública o privada haya organizado una muestra de su obra para así celebrarlo y acercarlo a nuevos públicos. 

Tal vez se deba a lo difícil que resulta reunir sus pinturas, repartidas en colecciones particulares de algunos amigos y artistas que lo conocieron; o en colecciones privadas y pinacotecas de instituciones como el Banco Central de Reserva del Perú o el Banco de Crédito del Perú, entre otras, a las que, a excepción de la primera, es difícil acceder, al menos para el público de a pie. Como corolario, hoy en día no hay dónde apreciar los cuadros de Humareda, más que a través de libros y catálogos. Tampoco hay una forma seria de acercarse al estudio de su obra más allá de la vena anecdótica y repetitiva en torno a su vida. Pero eso debe cambiar.

La última muestra importante que se hizo de Humareda, que yo recuerde, fue en el 2009 en el Museo de la Nación de Lima, bajo el nombre «La soledad del artista: Víctor Humareda», organizada por el entonces Instituto Nacional de Cultura. Estuvo abierta por un lapso de dos meses. La muestra se complementó con las conocidas fotografías de Humareda, en las que se le ve bailar, comer y pasear por Barranco y en su cuarto de hotel en La Parada. También se exhibieron las libretas de apuntes que en los últimos años de vida Humareda tuvo que utilizar para comunicarse, a consecuencia del cáncer de garganta que le impedía hablar. Las frases escritas iban acompañadas de trazos rápidos de dibujos y permitían dilucidar su mundo, sus esperanzas, frustraciones y alegrías, como arlequín en el inevitable paseo limeño. Asimismo se exhibió el caballete que utilizaba y los sombreros bombín y de copa que soportaron y guardaron sus ideas, junto a la caja de los utensilios de pintura. La muestra tuvo además un espacio académico con charlas de estudiosos y críticos de la obra del pintor, y testimonios de quienes lo conocieron.

En la muestra estuvo presente Mario Sierra Talaverano, quien fue muy cercano a Humareda desde 1966, cuando trabajaba como portero del Hotel Lima, en La Parada, donde Humareda vivía. Con el tiempo, Sierra fue escogido por Humareda como ayudante de su taller en la ya famosa habitación número 283. Hoy, Sierra es también pintor y seguidor de Humareda.

Con todo lo dicho, debería organizarse durante el presente año, una exposición integral de Humareda que incluya óleos, carboncillos, bocetos, retratos y los dibujos a bolígrafo que hizo. Una muestra que esté abierta a lo largo del año y se constituya en la forma como el país celebra a su artista, acercando su obra al gran público. Presupuesto con seguridad hay, lo que no hay es voluntad o visión.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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