Onetti actual: El pozo y la luz
Christian Reynoso
“Nada más que una sensación de curiosidad por la vida y un poco de admiración por su habilidad para desconcertar siempre”, reflexiona Eladio Linacero, mientras escribe, sin tabaco y colmado de humedad e imaginación, en la soledad de su cuarto. Linacero es el protagonista de “El pozo” (1939), la primera novela de Juan Carlos Onetti (Montevideo 1909 – Madrid, 30 de mayo 1994), más conocido por sus novelas posteriores: “La vida breve” (1950) y “Juntacadáveres” (1964).
“El pozo” es una pequeña joya de la literatura hispanoamericana. Su brevedad y concisión para envolvernos en un aparente maremágnum de historias, a partir de la imaginación de Linacero, la han convertido en una obra transgresora cargada de una potencia reflexiva y escéptica; pero, al mismo tiempo, de ensoñación como símbolo de resistencia. Un hombre imagina, sueña y escribe, para soportar el paso del tiempo y el encierro. Algo que nos resulta familiar en los tiempos que corren.
La vida nos desconcierta a cada momento. Lo que hoy vive el mundo a causa del virus y la pandemia, era algo que nadie podía imaginar que ocurra este 2020. Entonces el discurso de Linacero resulta actual. Nos gusta la vida, pero no deja de sorprendernos, en tanto se moldea en respuesta a nuestras acciones. Eso, en ocasiones, nos lleva al pozo, la metáfora del abismo y la oscuridad. Pero en la oscuridad está la luz. El inicio de cero para encontrar la luz, como en las cuevas de Ajanta.
La crítica social de Linacero también resulta actual. Por ejemplo, cuando afirma que “no hay pueblo más imbécil que ese sobre la tierra; no puede haberlo porque también la capacidad de estupidez es limitada”, en alusión a los Estados Unidos. País que hoy se tambalea entre la indiferencia y estupidez de su presidente y las protestas contra el racismo y el abuso exacerbado del blanco.
De esta manera, Onetti capta en “El pozo” un cuadro del devenir contemporáneo del hombre y cómo este mira la vida desde la ventana y tras la mascarilla. Tal vez la idea de alcanzar la belleza, a través de la búsqueda de la luz, la imaginación y la escritura, en este caso, sea la mejor forma de salir del encierro. Después de todo, imaginar permite crear y esto permite salvar las necesidades que nos apremian, en el tiempo que avanza imparable “como el ruido de un reloj”.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.