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cristo (1961) . óleo de sérvulo gutiérrez. colección benjamín roca de la jara.

Destellos de Sérvulo Gutiérrez

Christian Reynoso

Publicado: 2020-07-21

Un día como hoy, 21 de julio de 1961, murió el pintor y escultor Sérvulo Gutiérrez Alarcón, nacido en Ica en 1914. Aunque siempre se le menciona en los estudios dedicados a la pintura peruana, tal vez su obra ha quedado un tanto olvidada o no se la valora en su dimensión, acaso por su evolución un tanto dispersa en el estilo y por su fuerte carácter. Características estas que, al mismo tiempo, le otorgan un sello particular, especialmente si revisamos los cuadros que pintó entre fines del cuarenta y poco antes de su muerte. 

Una paleta dueña de una profusión de colores explosivos a la par que tonos oscuros; un desborde de formas; una intensidad propia que emergía de una fuerte pulsión, en el mejor de los expresionismos, son características de Sérvulo. Por eso que, en muchos casos, pintara con las manos, con los dedos, relegando los pinceles. Como si se tratara de una lucha frente a la tela y que puede leerse como un símil respecto a sus años de juventud en que practicó el boxeo e incluso llegó a representar al Perú en estas ligas.

Sérvulo fue un pintor de los llamados “independientes”. En uno de los primeros ensayos dedicados a la pintura peruana, en 1942, Raúl María Pereira lo sitúa en este grupo y destaca sus “finos matices e indudable temperamento, de visiones un tanto fantásticas con ciertas inclinaciones surrealistas” (en revista “El arquitecto peruano”. Lima: Nro. 59, junio de 1942). Para entonces, Sérvulo ya contaba con un aprendizaje artístico autodidacta cultivado tanto en Buenos Aires como en París, y estaba instalado en Lima desde 1940.

Sérvulo fue también un niño consentido y figura recurrente de la bohemia limeña de los cuarenta y cincuenta. Famosa es su relación con Doris Gibson, quien fundaría años después la revista “Caretas” y a quien convirtió en su musa. Construyó para sí una leyenda en la que se mezclaban la bohemia, el escándalo y la ebriedad contumaz, entre otros aspectos, como apunta Augusto Salazar Bondy (en “La Prensa”. Lima: 12 de junio 1954). Elementos que abonaron en su arte y le permitieron desplegar destellos de genialidad traducidos en las telas con un olfato e instinto indestructibles. Como puñetazos.



Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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