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foto: rosario león. 2019.

Luis Gallegos Arriola (1919-2020)

Christian Reynoso

Publicado: 2020-08-18

Con cien años cumplidos partió en el tren del viaje sin retorno don Luis Gallegos Arriola (Puno: 10 octubre 1919 – 13 agosto 2020), tal vez el mismo tren que una mañana llegó a la estación del ferrocarril del sur, tal como inicia su libro más importante, la novela “Las plagas y el olvido” (1998). Hoy, Gallegos nos ha dejado una bibliografía nutrida desde que empezó a publicar ficción, especialmente cuentos, a principios de los ochenta y dio renovado impulso a la narrativa. Una literatura que explora la tensión entre lo urbano y lo rural, con humor y el uso de técnicas modernas. 

Lo visité en febrero de 2019 en su casa. La conversación fluyó acerca de los recuerdos que tenía de algunos viajes a Lima en su juventud, de su experiencia en los años cincuenta en el vasto altiplano como parte de su trabajo en el Proyecto Andino de las Naciones Unidas (que luego sería fuente para sus ficciones), de su labor como periodista en el diario “Los Andes”, y sobre los últimos años: dedicado a escuchar lecturas, a tomar el sol en el patio de su casa y a dictar sus memorias a su nieto Leo.

La bibliografía de Gallegos incluye libros de cuentos, nouvelles y perfiles novelados de personajes puneños, que merecen un tomo de Obras completas y estudios literarios. En mi opinión, destaca entre su trabajo la novela “Las plagas y el olvido”, en la que recreó con las licencias de la ficción, la llegada y el ascenso de los Cáceres Velásquez en Juliaca, los otrora poderosos políticos (“los Kennedy del altiplano”) que reinaron en la región, a la cabeza del Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos (FRENATRACA). Gallegos construyó un lienzo narrativo sobre este pedazo de la historia política de Puno.

Mientras que “El cojudiómetro”, es su cuento más famoso y recordado. Es este un aparato de exportación que sirve para medir la cojudez de los políticos, funcionarios y planificadores de turno. Si existiera, tal vez el Perú estaría mejor. El “cuchucho" fue otro de sus referentes. Gallegos contaba que tomaba un brebaje a base de esta planta nativa que se podía hallar en el altiplano, para conservar la salud y la virilidad, cómo no. ¿Ficción o verdad? No podía dejar de haber humor y erotismo en su conversación y en su literatura.

En agosto del 2000, cuando Gallegos frisaba los ochenta años, le hice una entrevista para la revista que entonces dirigía: “En la Senda” (Puno: Nro. 3, pp. 4-5). Hoy que la releo, encuentro un fragmento en el que Gallegos dice: “una forma de no envejecer y de mantenerse activo es desarrollando un trabajo mental […], leí un libro «La vejez, segunda vida del hombre» [de Heinz Woltereck], […] hay artículos muy interesantes de cómo llegar a los cien años”. Pues no podemos decir que Gallegos no cumplió con su cometido.

Sean estas palabras un pequeño homenaje a Luis Gallegos. Mis sentidas condolencias a su familia desde esta columna.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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