#ElPerúQueQueremos

Ribeyro: ¿Qué más?

Christian Reynoso

Publicado: 2020-09-01

En los diarios de Julio Ramón Ribeyro, titulados “La tentación del fracaso” (1992-1993), fechados entre 1950 y 1974, podemos encontrar algunos pasajes en los que el autor se refiere a su cumpleaños, el 31 de agosto. Le gusta pasarlos solo, dice, aunque en el fondo haya más un reclamo a la soledad que lo abate. Pero Ribeyro reflexiona también en este día en torno a sí mismo en tanto los años pasan y siente que envejece en soledad, aunque con la suficiente inteligencia para disfrutar de las felicidades simples. Veamos. 

En la víspera de los 30 años, en Lima, escribe: “Cuando era más joven me decía: «Antes de cumplir los 30 años debo hacer algo importante». Mañana los cumplo y no he realizado nada que valga la pena. Otros han hecho dinero o se han casado. Yo no he hecho sino gastar el dinero y perder o renunciar a las mujeres (…) Todo esto es el precio de una carrera literaria, en este pobre país. ¡Si por lo menos me dieran el premio de teatro! (…) Con su importe podría también incrementar mi ya escuálido capital y tentar el regreso a Europa. Pero pasan los días y nada, nada, nada (…) Hay algo que cruje en medio de todo esto, algo que va a derrumbarse” (Lima, 30/8/1959. pp. 226-227. T. I).

Diez años más tarde, cuando cumple 40 años, escribe en París: “Recibo mis cuarenta años solo, en mi casa vacía. La Place Falguiére desierta. Silencio. Como solo una vez se cumple esta edad y como me siento leve, muy levemente deprimido (no por envejecer, sino por envejecer de cierta manera) compré, a pesar de mi pobreza, una botella de whisky y dos paquetes de cigarros rubios. Para poder servirme un trago tuve que lavar un vaso polvoriento, en una cocina donde hace días que no entro por no enfrentarme a la vajilla sucia (…) Luego nada, aparte de mis siete horas en la AFP. (…) Fea soledad, cuando la imaginación se mella y uno no puede ya ni siquiera conversar consigo mismo” (París, 31/8/1969. p. 149. T. II).

Cinco años más tarde, en París: “Un cumpleaños más. Anoche, sin ganas de salir ni de hacer nada, lo recibí en mi cama, leyendo un libro (…) Almorcé en casa del Cónsul, donde se homenajeaba a un amigo y donde apenas comí (…) Ahora nuevamente en casa, atardece y no haré tampoco nada, no quiero festejos ni regalos. (…) Me gusta pasar mis cumpleaños completamente solo, sin otra compañía ahora que mi gato. (…) ¿Qué más? Más tarde beberé unos vasos de buen vino y si me da hambre me prepararé unos humildes tallarines (…)” (París, 31/8/1974. pp. 217-218. T. II).

¿Qué más?


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


Publicado en