Navidad sin vacunas y adoloridos
Christian Reynoso
Los primeros meses de la pandemia en el Perú, el tema concerniente a las vacunas contra el Covid-19 era improbable de discusión. La fuerza y el desconocimiento de los alcances de la enfermedad, el número de contagios y muertos en aumento, las implicancias económicas y sociales para todos los sectores ocupaban la agenda. Recién en agosto se empezó a hablar de los primeros voluntarios, de los laboratorios que las producirían y de las posibilidades reales de acceder a ellas. Una luz de esperanza, aunque todavía lejana, empezó a vislumbrarse en medio del caos.
Hoy, a puertas de concluir el año, el Perú ha quedado rezagado del acceso a las vacunas y, a diferencia de otros países de la región, todavía tendrá que bregar por ellas para obtenerlas, en el mejor de los casos, a mediados del 2021. Desde luego, hay en esta situación diversas responsabilidades, desde el tiempo perdido en la lucha contra el Covid-19, a causa de la crisis política y social provocada por el confabulador Merino y compañía, y los 105 congresistas vacadores. Pero también por la incapacidad y lentitud de los funcionarios encargados en las negociaciones, la atroz burocracia y la falta de claridad para hacer efectivas las prioridades.
Tema aparte es el negociado millonario que, en paralelo, corre en torno a las vacunas. Cifras astronómicas de compra-venta, y condiciones que requieren otras grandes inversiones, como por ejemplo, el almacenamiento en alta refrigeración. Claro está, la salud siempre ha sido un negocio. ¿No hay acaso posibilidades, con los avances de la ciencia, de producir vacunas que no necesiten una refrigeración de esas características? Ello, ciertamente, facilitaría el acceso, pero también a que estas lleguen a todos y todas sin excepción en un país como el nuestro en el que hay una población rural importante.
Lamentablemente, la actual gestión del presidente Sagasti y sus ministros claves, no está dando la talla para la lucha contra la enfermedad. La emoción y las promesas del discurso presidencial han quedado en el aire ante la realidad de lo que el país y los ciudadanos requieren de manera concreta: las esperadas vacunas para salir del atolladero. Mientras que los candidatos presidenciales, ocupados en sus campañitas, no han dicho esta boca es mía para proponer soluciones a la situación, como bien lo ha editorializado Noticias SER. En tanto, el país sigue adolorido y solo queda resistir. En todo caso, después de Navidad y Año Nuevo, el 2021 será todavía un año incierto y de resistencia.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.