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La ternura del creyente: primer cuadro de la Candelaria

Christian Reynoso

Publicado: 2021-01-26

La primera evidencia pictórica que existe con relación a la Fiesta de la Candelaria es un cuadro al pastel de la autoría de Simón Valencia Melgar (Puno, 1914-2001) titulado “La ternura del creyente”, cuadro que lamentablemente se extinguió en un incendio ocurrido en la casa del pintor, en el cercado de Puno, los primeros años de la década del setenta. No obstante, en el libro homónimo del poeta y periodista José Paniagua Núñez, publicado en 1996, se consigna una fotografía. Por ahora es el único registro que hay de dicho lienzo.

El cuadro, pintado entre fines del cincuenta y comienzos del sesenta, muestra en primer plano a la virgen Candelaria de pie y con la mirada en alto. Luce vestido blanco, cinturón de oro y un fino velo que se desliza desde la corona hasta la capa roja con bordados de oro que abriga sus espaldas. A sus pies, tocándole el vestido y arrodillado, se ve a Lucifer con el traje de la danza de la Diablada. Lleva una máscara de diablo color verde y una capa azul de felpa con bordados en el cuello y en las orillas. Extasiado ante la virgen Lucifer-danzarín muestra los ojos desorbitados y expresa sumisión. En conjunto hay una representación simbólica en tanto lo puro y femenino se sitúa por encima de lo mundano varonil.

Simón Valencia Melgar, junto con su hermano Roberto, fue en su juventud miembro del Círculo Pictórico Laykakota, importante grupo de pintores puneños influenciados por la corriente indigenista que, entre los años 1933-1940, cimentó los inicios formales de lo que sería la plástica puneña. Por su parte, Víctor Humareda, a fines de los sesentas, pintó el cuadro “Procesión serrana (diablada puneña)”, en el que se observa a algunos diablos danzarines y a la virgen de La Inmaculada, propia de la fiesta de Lampa, su tierra natal.

Hoy en día la Fiesta de la Candelaria es motivo recurrente en la plástica puneña desde diversas perspectivas y apuestas en tanto originales como repetitivas. Se muestra más que se interpreta lo terrenal, lo divino, lo social y lo artístico. Tal vez, sería oportuno que algún pintor se anime a hacer una réplica de “La ternura del creyente” para volver a disfrutar de este prístino cuadro.

NOTA: La Federación Regional del Folklore y Cultura de Puno publicó hace unos días un comunicado mediante el cual intenta desvirtuar lo señalado en mi columna de la semana anterior “¿Covid-Candelaria? O la irresponsabilidad manifiesta”, y cuestiona asimismo al portal La Mula, que acoge desde hace más de dos años mis artículos semanales como columnista independiente. Al respecto, debo señalar que mi opinión se basa en información contenida en diversas notas periodísticas de medios locales puneños, nada de lo cual ha sido desmentido por la Federación. Por lo tanto, rechazo los calificativos difundidos por esta entidad.



Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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