Rafael López Aliaga, candidato presidencial por Renovación Popular, quien de acuerdo a la última encuesta de Datum ocupa el segundo lugar de las preferencias y probablemente pase a la segunda vuelta, hace poco declaró en una entrevista que, en su gobierno, pondría a las niñas víctimas de violación que queden embarazadas en un hotel de cinco estrellas con piscina y alimentación, durante nueve meses, para que al final decidan si se quedan con el bebé o lo dan en adopción. En consecuencia, no contempla la opción de una práctica abortiva legal si la víctima lo desea.

Las declaraciones de López Aliaga no solo son ominosas, sino resultan alarmantes aún más en el contexto del día de la Mujer. Son una burla a las víctimas que sufren violación y que, además, deben enfrentar un embarazo no deseado. Son recategorizar a las víctimas en animales que pueden adaptarse a nuevos ambientes, menoscabando su cuerpo, sus emociones y los traumas del acto abusivo. Desde luego, son otros los paliativos, y no un hotel de cinco estrellas con piscina, los que forman parte del proceso por el que tendrá que atravesar la víctima para su recuperación, y en el que hay que incluir la palabra justicia.

Tener como presidente a un tipo como López Aliaga con una visión en la que relativiza una triste y dolorosa realidad, es peligroso para el Perú. Un país en el que la violencia contra la mujer en todas sus formas y manifestaciones es latente y en general goza de impunidad. El conservadurismo de López Aliaga no le permite empatizar con una víctima de violación sexual sea menor o mayor de edad, pero mujer al fin y al cabo. Hay en su mirada a esta problemática una lectura de minimización abonada con un falso paternalismo.

El atraso de nuestro país en este tema tan sensible debería ser superado ya y discutido en un marco en el que intervenga el Estado, la ley y las víctimas, en un equilibrio en el que la libertad de decisión sobre el cuerpo se respete y la impunidad no sea moneda corriente. En ese sentido, los candidatos que hoy pretenden llegar al poder deberían decirnos cómo van a enfrentar esta realidad considerando todas sus aristas. ¿Se imaginan lo absurdo que sería llevar al Country Club a una niña violada y embarazada en el centro poblado ayacuchano de Chiara? Al menos, es lo que López Aliaga pretende.