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Hace un año cuando caminábamos sin compás

Christian Reynoso

Publicado: 2021-03-16

El sábado 14 de marzo de 2020, cené en casa con un amigo pintor. La sobremesa se prolongó hasta las dos de la mañana y la conversación giró en torno a su vida y anécdotas pictóricas en París, su próxima exposición en Cusco y la pintura peruana. El domingo 15 por la tarde, llegó de Puno un primo que tenía programado viajar al día siguiente a Trujillo. Por la noche, frente al televisor, escuchamos al presidente Vizcarra declarar el estado de emergencia en el país por quince días a causa del coronavirus. Los rumores de la tarde se hacían realidad. Decidí registrar desde esa noche los hechos que ocurrirían cada día.

No volví a ver a mi amigo pintor, sino cinco meses después y por pocos minutos, una semana antes de que partiera en un vuelo humanitario de vuelta a su residencia en París, tras insufribles gestiones. Mi primo, quien tuvo que quedarse sin remedio, solo después de dos meses pudo regresar a Puno, tras mil coordinaciones en pos de conseguir un cupo en un vuelo particular. Para entonces no quedaba más que asumir el encierro y las restricciones y acostumbrarse a lo que se vino en llamar la nueva normalidad. Pues el estado de emergencia se extendió ante la zozobra y los cientos de muertos que aumentaban a diario por el Covid-19.

Cada quien tiene su historia de cómo comenzó hace un año esta nueva y extraña forma de vivir con la amenaza del virus al lado, con el acecho de la muerte al asomarse a la calle. Y la manera cómo la enfrentó. Creímos que iba a ser un período momentáneo, pero pronto nos dimos cuenta de que no tendría cuando acabar y que cada vez se volvía tedioso y desesperanzador. Conocimos de manera real el miedo y confirmamos que estábamos indefensos. Si eso sucedía a nivel individual y familiar, no tardó mucho para que las grietas y desigualdades de nuestra sociedad se visibilizarán aún con mayor exposición y vergüenza.

A diario fuimos testigos o nos tocó vivir de infinitos dramas a causa de los contagios, la muerte y la necesidad de supervivencia, la fragilidad del sistema de salud, las dificultades estructurales del país producto de la mediocridad histórica de la política peruana, entre otros eventos. Hoy, después de un año, los estragos siguen latentes, no obstante la posibilidad de contrarrestar el mal con las vacunas es una realidad, aunque todavía tome su tiempo. Pero, ¿qué es lo que hemos aprendido?


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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