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Carlos Dreyer ninguneado por un municipio imbécil

Christian Reynoso

Publicado: 2021-08-03

Carlos Dreyer (Alemania, 1895-1975), se asentó en Puno a fines de la década del veinte tras su matrimonio con María Costa, una joven dama puneña. Entonces Dreyer ya había venido al Perú y viajado por distintos lugares, e incluso había explorado la amazonía boliviana. Su actividad como pintor, fotógrafo, corresponsal, coleccionista y etnógrafo lo hicieron un personaje importante en Puno. En los años treinta se vinculó con el Circulo Pictórico Laykakota, grupo orgánico que forjó la plástica puneña bajo el prisma del indigenismo. A su muerte, su casa ubicada en el centro histórico, se convirtió en el Museo Municipal Dreyer, activo hasta hoy.

Dreyer pintó sinnúmero de óleos y acuarelas en las que se aprecia el paisaje puneño, el lago Titicaca y la ciudad urbana de entonces. Su pintura con el correr de los años se ha valorizado y hoy es un importante referente en la historia de la plástica peruana. Sin embargo, el Museo apenas cuenta con un cuadro suyo y el resto de su obra forma parte de colecciones particulares. Su hijo, Augusto Dreyer, quien radica en Dinamarca, a propósito del reciente Bicentenario, decidió donar 33 cuadros de su padre a Puno, a través de la Municipalidad Provincial para que formen parte del Museo. Sin embargo, la imbecilidad de las autoridades a cargo de ambas instituciones frustró este noble gesto. Una vergüenza. Una vergüenza ajena.

Augusto Dreyer hizo público su malestar por el mal trato. Pues, tanto el alcalde puneño Martín Ticona, como el administrador del museo, no respondieron a sus comunicaciones ni pudieron conducir a buen puerto la donación. Han dicho que no recibieron comunicación oficial, lo cual ha sido desmentido por Dreyer. De esta manera, Puno ha perdido una valiosa obra. No es difícil adivinar que, en el fondo, es la dejadez, la falta de perspectiva, la falta de previsión; en suma, la ineptitud de un par de funcionarios que no valoran el arte o lo ignoran, y que hasta el día de hoy no dan explicación alguna ni subsanan su grosero proceder en contra de Puno.

El Museo Dreyer debería pasar a ser administrado por el Ministerio de Cultura. De esta manera, a cargo de profesionales del área, no estaría a merced de improvisados y podría recibir una mejor dirección museográfica en el tratamiento, exposición y acondicionamiento, y no perder oportunidades magníficas de ampliar sus piezas de colección. La municipalidad no sirve para eso. Recordemos que, en la gestión anterior, por la desidia del exalcalde Iván Flores, Puno también perdió la donación de alrededor 30 cuadros al óleo del pintor puneño Juan de la Cruz Machicado (1935-2018). Hoy sucede lo mismo con Carlos Dreyer. Una triste realidad.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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