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Reinaldo Arenas: muerte y libertad

Christian Reynoso

Publicado: 2021-12-07

“Pongo fin a mi vida voluntariamente porque no puedo seguir trabajando. Ninguna de las personas que me rodean están comprometidas en esta decisión. Solo hay un responsable: Fidel Castro. Los sufrimientos del exilio, las penas del destierro, la soledad y las enfermedades que haya podido contraer en el destierro seguramente no las hubiera sufrido de haber vivido libre en mi país”, escribe Reinaldo Arenas, enfermo de VIH, antes de suicidarse, el 7 de diciembre de 1990 en Nueva York. El escritor cubano de 47 años dejaba estas sentidas palabras en una carta “para ser publicada”.

Diez años atrás, en 1980, había logrado salir de la isla, cambiándose el apellido, pues era de los cubanos que no tenía autorización para salir. Su postura intelectual en oposición al régimen castrista y a la revolución, pese a haber sido un colaborador inicial, le había valido la condena y la cárcel. A ello se sumó su homosexualismo, que lo hizo un escritor marginal y perseguido sin posibilidad de publicar en Cuba más que su primer libro. Hoy, su obra es un reflejo casi testimonial de la represión y censura que vivían los cubanos opositores a Castro en la Cuba de los sesentas y setentas. Peor si eran homosexuales.

La película “Antes que anochezca” (2000), inspirada en el libro homónimo de Arenas publicado en 1992, pero escrito durante el encierro carcelario entre 1974 y 1976, muestra pasajes del itinerario de vida del escritor, a modo de biopic. Javier Bardem que interpreta a Arenas realiza una actuación soberbia, como aquella secuencia sobrecogedora en la que estando en prisión es encerrado en una pequeña celda de castigo en la que apenas cabe. La desesperación y la impotencia ante el abuso y la injusticia llegan al límite bajo el talento de Barden. También actúan Johnny Depp y Sean Penn.

Vivir libre en su país, es lo que se le negó a Arenas por pensar y ser diferente, pero también por no quedarse callado ante la búsqueda de la libertad necesaria para crear y vivir a su manera. El costo de esa decisión lo condenó a un ostracismo que finalmente lo llevó a la muerte en vida hasta el momento de su final verdadero. Vivir libre en su país, algo que hoy puede ser natural y cómodo, pero que asimismo puede ser solo un sueño. Como dice Arenas: “Ya medio muerto me tiro debajo de una palmera, tan desprovisto de ropas como mismo vine al mundo, yo con un hambre que al momento me va adormeciendo”.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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