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El carnaval de los espíritus

Christian Reynoso

Publicado: 2022-03-29

“Lo mejor que le está pasando a esta ciudad es la música criolla, esta ciudad de indios, cholos, negros, mulatos, zambos, chinos y todas su mezclas; de nuevos profesionales, empleados, obreros, comerciantes, desocupados y ociosos; de civilistas, anarquistas, comunistas, apristas, liberales y oportunistas, está formando la identidad que nunca tuvo gracias a ella. Cada uno de ellos está aportando lo suyo para construir lo nuestro y aunque esto es solo el comienzo, llegará el día…”, le dice Alberto Kisich a una amiga, en la Lima de 1939, con la intención de graficar el panorama que vive la capital entonces.

Kisich, oficial de la policía y detective en sus ratos libres, es el protagonista de la reciente novela “El carnaval de los espíritus” (Ediciones Altazor), de Mario Suárez Simich (Lima, 1959). Novela policial ambientada en el último año de gobierno de Óscar Benavides, y desarrollada los días festivos de carnaval en los que se juega, además, en Lima, la final del Campeonato Sudamericano de Selecciones (luego Copa América) en el que el seleccionado peruano venció a Uruguay por dos a uno, y se hizo de la copa.

Mario Suarez, quien se ha decantado como autor de novelas históricas, en esta nueva entrega si bien nos conduce por una trama detectivesca a partir de la muerte de Filomeno Bianco, un italiano vinculado al Banco de Italia (hoy Banco de Crédito), no pierde de vista el registro histórico. De esta manera, nos transporta y nos enseña la Lima de fines del treinta a través de los ojos del detective quien mira no solo lo evidente. Por ello, la muerte de Bianco será apenas el punto de inicio de lo que —sabremos luego—, es una conspiración política, en medio de intereses económicos y caricaturescos médiums.

Un pasaje memorable que rompe con las averiguaciones de Kisich, es aquel en el que se dirige a la peña de las Cuatro Estaciones en Barrios Altos, cerca de Cinco Esquinas. Un recorrido maravilloso por un callejón en el que hay que pasar tres estaciones previas para llegar a la peña. La música criolla, los valses jaraneros, las frituras, los picarones, el pisco, la chicha, las mulatas, los zambos, los cantantes anarquistas, el calor de la borrachera y las miradas zalameras, nos muestran un mundo cuasi mágico que hoy ya no existe. Lo curioso es que, el gobierno prohibió en las peñas y fiestas los valses de Pinglo, creyendo que habían sido compuestos por Haya de la Torre, pues el partido aprista estaba proscrito.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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