#ElPerúQueQueremos

Retorno

Christian Reynoso

Publicado: 2022-04-26

La mujer y el hombre retornan al país después de más de veinticinco años. Ella ya no es la muchacha aquella que empacó la mochila y ataviada apenas de un blue jean, casaca de plumas y zapatillas de montaña se embarcó en el avión; lo único que ha conservado, igual que ayer, es su hermoso cabello largo. Él ya no es el muchacho de sueños revolucionarios, barba y boina, aunque algo de ello ha quedado en los rincones de su corazón, antes que, en los últimos años, empezara a dolerle la parte izquierda del pecho. Ahora mira la vida de una manera práctica, o al menos eso intenta.

Lo que sí les gusta decir ahora que han llegado es que ambos se fueron cogidos de las manos y ahora también han vuelto cogidos de las manos. Eso significa mucho, aunque a corta y larga distancia pueda parecer un asunto de adolescentes. Pero no. Tiene un valor que recae en una forma de alianza y resistencia. El terrorismo, el fujimorismo, la violencia, la crisis, los obligaron a partir: un país inviable. Y ellos, jóvenes y con los sueños y las hormonas de la juventud que, ciertamente, son impulso certero, no lo pensaron más y marcharon. Más adelante, les dijeron cobardes.

Ahora que han aterrizado en Lima, y han seguido viaje por las ciudades del sur del país, para reencontrarse con las viejas y nuevas familias y, desde luego, con los amigos, recién han podido llorar la muerte de muchos de ellos. La pandemia y otras razones han jugado sus cartas. En Arequipa, por ejemplo, en el cementerio de la Apacheta, frente a la tumba de Alberto, un amigo en común, se han abrazado para contener el dolor y el vacío y entender que, de no haber estado juntos, desde su partida, no habrían podido volver como lo han hecho, a pesar de los conflictos naturales, habituales.

Cuando las lágrimas se han evaporado, ha venido lo peor. La constatación de que el país sigue igual y que de nada ha servido irse y perderse la vida con los suyos, pese a las dificultades. El hombre ha sentido una inmensa frustración y la mujer ha cambiado el humor y se ha dolido. La violencia terrorista ha mutado a una violencia delincuencial y sexual. El país ha sido puesto en manos, sucesivamente, de mafias, corruptos y cretinos que se han llenado los bolsillos y no ha hecho nada por quererlo. Ni la orgullosa comida peruana que sus anfitriones se desviven en ofrecerles en cada ciudad puede apaciguar el desencanto. La esperanza de un cambio parece letra muerta en el Perú.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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