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La Catedral de Puno (II)

Christian Reynoso

Publicado: 2022-06-21

La Catedral de Puno, hoy valorada junto con el lago Titicaca y la Virgen de la Candelaria como un ícono de las bondades turísticas y de la identidad de la ciudad, en verdad, debe su importancia a la belleza arquitectónica y a la particular iconografía de su frontispicio e imafrontes laterales que muestran diversos motivos religiosos tallados en piedra en alto relieve. El libro “Catedral de Puno. Análisis iconográfico” (2018) de Jorge y Malena Velásquez (ver Parte I de esta columna, el 7/6/22), nos acerca a las claves y significados de esta riqueza.

El tema principal del frontispicio, de acuerdo con los autores, es la representación de la Coronación de la virgen María. A ello se debe la escultura de Dios Padre (Pantocrátor) que preside la portada, por encima del Espíritu Santo representado por una paloma. Seguidamente, las esculturas de San Pedro (quien carga una llave que representa el poder que Cristo le confió) y de San Pablo (con una espada que representa su misión evangelizadora) completan la parte superior. Un dato curioso es que la hornacina, entre ambos santos, se encuentra vacía desde la construcción del templo, por razones que se desconocen. Allí debería estar Cristo.

En la parte media del frontispicio se ven las esculturas de Santo Tomás de Aquino, la Virgen María (rodeada de ángeles), y la de San Buenaventura (sacerdote franciscano). En la parte inferior y sobre la puerta, el arcángel San Miguel se posa encima de Satanás y la serpiente, y debajo de estos, en la parte central del arco de la puerta, un ángel desnudo aparece flanqueado por San Mateo y San Marcos. Si bien se trata de símbolos católicos, la ornamentación de la fachada es la que enriquece el conjunto y muestra elementos locales que le dan un sentido diferente.

Se ven pájaros, pumas, sirenas y picaflores (que succionan el néctar de las flores, tal como se observa en los mantos Paracas). Otros elementos de la flora y la gastronomía, vinculados todos, pueden ser leídos como una alegoría del paraíso, pero al mismo tiempo de la cosmovisión andina. De esta manera, hay una estética iconográfica que integra códigos de la cultura occidental (que se impuso) y de la cultura andina (que resistió). Es que “para el alarife andino, después de ser catequizado, era una forma de plasmar su entendimiento del paraíso terrenal, colocando elementos de su cultura”, afirman los autores del libro. Así, tanto la Catedral como su frontispicio, estratégicamente de cara hacia el lago Titicaca, permiten descubrir un horizonte que pasamos por alto.



Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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