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Un año después del Bicentenario

Christian Reynoso

Publicado: 2022-07-26

Un año después del Bicentenario el Perú sigue igual o peor. Las celebraciones bicentenarias pronto llegaron al aburrimiento y más sirvieron para crear una cortina de humo ante lo mal que estamos como país en varios aspectos, además de las taras, la indiferencia y la incoherencia de siempre, que nos caracteriza como peruanos. ¿Será posible que el Perú cambie alguna vez? ¿En manos de quien está encausar dicho cambio? Un cambio que, desde el papel, los estudios y el análisis político se reclama hace mucho, pero que, en la realidad, solo es letra muerta.

Y seguimos en lo mismo. Por ejemplo, mientras que el ex entrenador Ricardo Gareca, se hacía de un sueldo anual de cerca de 4 millones de dólares por parte de la Federación Peruana de Fútbol, Kimberly García, la reciente peruana, medallista de oro en el Mundial de Atletismo Oregón 2022, denuncia que la Federación Peruana de Atletismo solo les da un buzo, un polo y un short, y no les presta las condiciones adecuadas para practicar el deporte. ¿Cómo podemos entender esto? La desidia de las instituciones peruanas es imbécil, pero sin embargo el Instituto Peruano del Deporte y el presidente Castillo “reconocerán” a Kimberly.

La presidenta del Congreso, María del Carmen Alva, quien tiene claro quiénes son indios y blancos en el Perú, ha decidido que ella y los miembros de la Mesa Directiva gozarán seis meses más de beneficios después de dejar el cargo. ¿A santo de qué? Nadie dice nada. Sin embargo, en el país no hay dinero para comprar polos y shorts para los atletas que dejan el nombre del Perú más alto que los políticos blancos indios miserables. Joyita Alva también ha “reconocido” a personalidades, entre ellos al confabulador Manuel Merino, el responsable político de la muerte de los jóvenes Inti Sotelo y Bryan Pintado en 2020, y ningún congresista ni nadie de la llamada generación Bicentenario ha dicho nada. No hay dignidad.

A un año del Bicentenario parece que este solo ha servido para imprimir centenares de diplomas y medallas de “reconocimiento” que, tanto el Congreso como sinfín de instituciones anónimas, han entregado a diestra y siniestra a miles de peruanos para “reconocerlos”. Condecoraciones espurias que solo han servido para que dichas instituciones se regodeen a merced de tontos. Lo peor es que hemos visto cómo posturas y discursos críticos han cedido ante diplomas y medallas entregadas por autoridades corruptas, cuestionadas y oportunistas. ¿Dónde ha quedado la coherencia? Hoy sigue sucediendo lo mismo.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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