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La leva: ¿Te acuerdas?

Christian Reynoso

Publicado: 2022-10-04

Claro, Pachuli, a propósito de la leva de Putin en Rusia, ¿te acuerdas lo que pasaba aquí?, pues había que escapar, porque si te cogían, no te soltaban, y si no tenías vara o alguien de tu familia que conociera a algún militar para que intercediera, podías pasarte dos años en el cuartel, Pachuli, todo por cruzarte con la leva justo el día que salías a mataperrear; así era, había que correr, escapar como sea, y lo más trágico era que nunca se sabía cuándo aparecerían, porque caían de sorpresa los hijos de su madre y metían miedo y había que tener mucha suerte para que te dejaran ir.

Uno estaba tranquilo en el pinball de la calle Lima o en el que quedaba bajando la plaza de Armas, donde las fichas eran más caras, pero había mejores gilas, Pachuli; con el vicio del Pac-Man entre manos o con el juego de las carreras de autos, o haciendo hora para la cita de más tarde con la más bonita del Villa Fátima o La Inmaculada y de pronto, el aviso de alerta, los gritos, el miedo: que ya estaban llegando, que ya estaban afuera o a punto de entrar, y que los papeles, que la libreta militar y que si no, al camión directo al Manco Cápac, el cuartel que quedaba en las afueras de la ciudad.

En algunas ocasiones corría el rumor que habría batida, Pachuli, porque siempre había un hijo de militar en el colegio que pasaba el dato, entonces ese día nadie salía, y así te salvabas; pero un día equis aparecía la leva en cualquier calle y entonces venía la correteadera o el tener que bordear las calles o regresarte a tu casa rapidito, con el corazón saltando y una corriente fría en el cuerpo, porque nadie quería ir a hacer el servicio militar, así, obligado de esa forma, y perder los estudios, el colegio y todo eso… una cagada.

Sí, Pachuli, más o menos a golpe de cinco o seis de la tarde, y a veces en pleno apagón por eso de que la Planta Eléctrica no funcionaba bien, irrumpían con sus vozarrones, sus amenazas y varas; también iban a los billares del parque Rojo, el Mariátegui, y a las discotequitas matinales y bares del centro, del jirón Melgar y de la universidad, y por eso era necesario sacar la libreta militar, aunque sea coimeando, porque solo así te librabas, Pachuli; y seguro te acuerdas del chato Uribe que ni porque era chato se salvó y se lo cargaron y le fregaron los estudios, y dice que le pegaron duro con el cuento que había que hacerse hombrecito en el cuartel, y salió medio mal de ahí; así era, Pachuli.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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