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Escenas del Perú de hoy

Christian Reynoso

Publicado: 2023-02-21

Escena 1: Unos cincuenta manifestantes (no necesariamente aimaras), de perfil urbano, levantan pacíficamente sus carteles de “Dina asesina” y gritan arengas pidiendo su renuncia. Un grueso contingente policial los acordona y les impide el paso a marchar. Se encuentran en un extremo del parque Kennedy, en Miraflores, Lima. Más de veinte camionetas del Serenazgo miraflorino están estacionadas en los alrededores. Los serenos hablan, llaman, filman, sudan, están ansiosos; de seguro reciben disposiciones del alcalde, quien ha prohibido marchas en su distrito al que considera “zona restringida”, tal cual dueño de hacienda. Los serenos y los policías causan más revuelo que los manifestantes. Francamente mucha hilaridad. Al frente, en el restaurante Haití, buen número de carcamanes y señoritos toman su café y miran la escena, impasibles. Otros comen helados. No sé si esto resulta grotesco, natural o sencillamente es el Perú.

Escena 2: Miles de pobladores aimaras liderados por sus tenientes y tenientas gobernadoras, ataviados con sus ropas de gala, marchan por las calles de la ciudad de Puno, hasta llegar y hacer su paso por la plaza de Armas. La mole de la Catedral y el cielo puneño los ampara. Al frente, en la comisaría, los policías los miran con contemplación. Los marchantes llevan banderas del Perú, wifalas y carteles contra la presidenta Boluarte y el Congreso. “Asesina”, “Renuncia”. Es una marcha más dentro del nuevo paro convocado para estos días. Los ciudadanos puneños urbanos curiosean: algunos se suman a la marcha y otros cuchichean: “¿hasta cuándo?”. Los restaurantes y cafés puneños esperan que todos se vayan para abrir sus puertas.

Escena 3: La larga mesa con mantel naranja del “Comedor exclusivo de congresistas”, en el Congreso de la República, sostiene los platos y viandas del buffet diario. El almuerzo por comensal cuesta 80 soles, el desayuno 31, y la cena, 80. Hace unos meses el almuerzo costaba 16 soles. Todos esos platos son pagados con la plata de los peruanos. Los congresistas comen rico, reciben sueldos jugosos, pero nunca atienden las demandas del país. Por eso no quieren irse. “Son unos descarados hijos de puta que se dan la gran vida”, me dice el taxista que me lleva a Miraflores, mientras comentamos el tema. La congresista Chirinos dice: “El que quiera comer que coma. Todos los peruanos tenemos derecho a comer rico”. Montoya añade: “Querrán que comamos alfalfa seguramente". Mientras que Cerrón dice que le “parece interesante”. Sinvergüenzas. “Ese comedor debería cerrarse”, añade el taxista.

Escena 4: Hombres y mujeres de Puno, en los alrededores del parque de la Madre, dan su aporte espontáneo para comprar alimentos para las nuevas delegaciones de estudiantes universitarios y de pobladores que viajarán a Lima, para seguir con las marchas en contra del gobierno. El recuerdo y la indignación por los 18 muertos del 9 de enero, en Juliaca, siguen en la memoria, además de la otra treintena de muertos en lo que va del gobierno de Dina Boluarte. Saben que en Lima la comida se acabará pronto y que necesitarán ayuda y más colectas. Pero hay temor: te pueden encarcelar, tal como ha ocurrido con la profesora Yaneth Navarro, acusada de ser “financista” de las movilizaciones, al encontrársele 1900 soles producto de la colecta. “Hoy por hoy, en este país, hasta por dar comida te pueden encarcelar”, comentan. No sé si esto resulta grotesco, natural o sencillamente es el Perú.



Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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