Podestá y la revolución del 50
Christian Reynoso
Don Luis Eduardo Podestá me recibe en su casa en el Rímac. Domingo al medio día. Calor y fuerte resolana. No ha sido fácil. He tenido que insistir más de un par de veces, en los dos últimos meses, para lograr que me reciba. A sus 92 años se le ve tranquilo y me cuenta que sufre de artrosis en la rodilla y cadera, pero que del corazón está muy bien. Cumple con su régimen de pastillas y no tiene prohibida ninguna comida ni bebida. Vive con su esposa Delia, tan mayor como él, sus hijos y sus nietos. Dedica el tiempo a leer, escribir y a recordar, y este medio día ha recordado más de lo que esperaba.
Podestá, nacido en Arequipa en 1931, desarrolló a lo largo de su vida un importante trabajo como periodista tanto en la Ciudad Blanca como en Lima, a partir de la década del setenta en que migró. También escribió algunos libros de literatura y un testimonio acerca de la llamada Revolución del 50 en Arequipa. De vez en cuando vuelve a su ciudad, a su barrio de Miraflores, a encontrarse con los pocos excompañeros que están vivos. Entonces la conversación da un vuelco. He leído su libro sobre la Revolución, le digo, y tengo algunas preguntas que hacerle. Pues, Podestá en 1950, como alumno de cuarto de secundaria del colegio Independencia participó en aquel suceso.
Esta semana se cumplen 73 años desde entonces. Toda Arequipa indignada se levantó contra el gobierno represivo de Manuel Odría, tras la huelga de los estudiantes de la Independencia que pedían el cambio del director, huelga que escaló a una protesta general tras el abuso del prefecto y la policía montada. Enseguida, se produjeron enfrentamientos, muertos, saqueos, barricadas, francotiradores civiles y militares, juventud arequipeña en pie, entre ellos mi padre y mis tíos, comisiones de diálogo, caudillos, intereses políticos, traición y, finalmente, calma. Del 12 al 18 de junio de 1950. Las eras de junio, como escribió el poeta Jorge Bacacorzo, años después.
Si bien, Podestá se mantuvo desde el inicio de la huelga en las instalaciones del colegio, para salvaguardarlo, luego ha reconstruido los hechos de los días siguientes en un testimonio publicado en 1995, como parte de un compendio, que luego ha ampliado en un libro. Esta revolución, en verdad protesta, pero bautizada así por el talante arequipeño, lo ha acompañado toda su vida. Hay en ello un sentimiento de heroicidad por haber sido parte de una exigencia justa, que tuvo que resistir la represión, pero asimismo hay un sino perverso, pues quedó marcado ante los gobiernos sucesivos junto con otros compañeros. Hoy, todavía estos hechos no son un recuerdo lejano, están presentes, y los vemos juntos desde su azotea en el Rímac.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.