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foto: el comercio

Marchas de todos los colores

Christian Reynoso

Publicado: 2023-07-04

André y Omar están cogidos de las manos, como casi nunca lo hacen. Más bien, Mili y Roberta, sostienen unas pancartas, lo que les impide cogerse de las manos, aunque de rato en rato se prodigan cariños y besos. Ambas parejas pueden mostrarse así, sin sentir las habituales miradas condenatorias, porque ahora forman parte de la Marcha del Orgullo, perdidos entre miles de marchantes en el centro de Lima. La marcha que anualmente se celebra para visibilizar y luchar por la igualdad de los derechos de la comunidad LGTBIQ. Lo mismo ha ocurrido en otras ciudades del país como Tarapoto, Yurimaguas, Abancay, Cajamarca, Puno, Arequipa, Cusco.

Pero la Marcha del Orgullo no solo tiene un matiz de protesta y exigencia al respeto, sino un componente festivo, celebratorio y de algarabía. La libertad plena. Música electrónica y ritmos pegajosos acompañan al colorido desfile de parejas homosexuales y bisexuales, a las que se han sumado familias, madres y padres, artistas y personas heterosexuales que apoyan la causa. Carros alegóricos, bailarines semidesnudos, drag queens, cervezas en lata, porros, batucadas y una banda de Morenada y mamachas con manto y sombrero se entremezclan mientras otro tanto de activistas regalan condones. La marcha culmina con un gran concierto.

Distinto es el caso de Valentín y Claudia, quienes los meses anteriores, también han marchado en las calles de Lima contra el gobierno de Dina Boluarte. Ahora se alistan en su Juliaca natal para marchar las próximas semanas durante la llamada “tercera toma de Lima”. Tendrán que dejar sus labores comerciales y solidarizarse con los familiares de los muertos de quienes son cercanos. Mientras que los hermanos Ramón y Santiago, ronderos cajamarquinos, hacen lo propio para llegar a la capital. La marcha es el último recurso que les queda ante las mentiras de la presidenta, la falta de justicia y los políticos corruptos, dicen. Para ello, dejarán a sus esposas e hijos en la chacra, pero se comunicarán a través del celular que usa Ramón.

Son marchas diferentes. En estas últimas no hay nada que celebrar ni música electrónica que bailar, más bien peligro ante la amenaza de las varas y balas, y el riesgo de morir, sin contar la frustración de no lograr los objetivos. En la Marcha del Orgullo la gente se ríe y los espectadores se impresionan o bien critican o hacen gestos despectivos (escandalosos, maricones, por eso no les hacen caso, dicen). En las marchas sociales la gente se sacrifica y se agota, los curiosos a veces aplauden y se solidarizan, o bien los terruquean y les dicen que se regresen a sus pueblos, que para qué vienen a la ciudad, que vayan a trabajar, que el Perú necesita desarrollo. André, Omar, Mili y Roberta, dicen que esta vez sí participarán en las marchas sociales.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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