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Lima la ruidosa

Christian Reynoso

Publicado: 2023-08-22

Lima es una ciudad ruidosa, dice Carmen Ollé en su reciente libro de memorias “Destino: vagabunda” (Peisa, 2023): “Donde vivo hoy no he vuelto a sentir el aroma de las flores; tampoco el canto de los pájaros que me despertaban (…). Solo se escucha el ladrido de los perros, los portazos de los vecinos, los taladros sin silenciador de propietarios que nunca están satisfechos, gastan, gastan, cambian pisos, inodoros, lavaderos. Pocas veces me salva el aroma del mar, que acarrean los vientos en esta ciudad ruidosa” (p. 317).

Lima la ruidosa, es verdad. Un ruido en movimiento que atraviesa los distritos de cabo a rabo, en todo instante, a cualquier hora y del que normalmente no somos conscientes porque ya forma parte de la música de nuestro cerebro y cuerpo. Pero ahí están los ruidos. Basta con cerrar los ojos y abstraer el sonido del ambiente: bocinas y rugidos de autos, buses y motos; sirenas de ambulancias, cisternas y patrulleros; decibeles de motores de avión si estás cerca del aeropuerto; ruidos de máquinas de construcción y golpeteos de tablas y martillos (¿dónde no se construye hoy en Lima?).

El ruido que trastoca la ciudad y los nervios de sus habitantes, que exige una nueva manera de entender y vivir Lima. Bombardeados no solo de violencia, asaltantes y sicarios, sino de una contaminación sonora y ruidos hasta inverosímiles que socaban la tranquilidad, dejándonos indefensos ante la gran avalancha. ¿Trae la noche el silencio? ¿O solo es utopía? Aquel silencio que el pintor Alberto Quintanilla reclama en sus historias y cuadros cuando el Perú aún no había sido conquistado y posiblemente había silencio. Porque la llama, la alpaca, la vicuña no hacen ruido como los perros o los gallos o las muertes.

Y los locos y la miseria también gritan, y la opulencia también. Y las mentadas de madre altisonantes en cualquier circunstancia. Ruidos de toda condición y color. Ruidos en Lima la ruidosa. Hasta el ruido de la política a menudo sucia se disemina a diario por la ciudad y nos agobia y nos humilla por los medios y las redes. Sin embargo, hay algo que yo no sé, que nos retiene. ¿Acaso el aroma del mar que menciona Ollé? Acaso el silencioso ruido de las olas y el vuelo de las gaviotas en La Punta, esa puntita de territorio en un extremo de Lima donde quizá el ruido llega desgastado y por fin se acaba. ¿Será eso? ¿Será?


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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