Enfrentarse a la escritura de un libro de memorias no necesariamente implica recordar lo vivido con la obligación de la exactitud, la comprobación y el talante de la verdad a pie juntillas, pues el tiempo ejerce de filtro, mientras que la ficción parece imponerse, en muchos casos, al intentar moldear y ajustar el recuerdo, la memoria, la confesión. Al menos así parece entenderlo Carmen Ollé (Lima, 1947), quien ha publicado el libro de memorias “Destino: vagabunda” (Peisa, 2023). La escritora “es también capaz de poner minas en su trama para hacer explotar al desprevenido lector (…) aniquila todo aquello que es comprobable y lo reinventa con nuevos significados” (p. 9), dice.

El libro se divide luego de las palabras preliminares en ocho partes: “El arte nuevo de escribir memorias”, “No era un paraíso la infancia”, “Descubrimientos”, “La Cantuta, Sendero Luminoso y las ONG feministas”, “Congresos literarios y festivales”, “La literatura”, “Perro celestial y otros amores” y “A modo de epílogo”. Concluye con un índice alfabético. Títulos elocuentes que, en conjunto, dan cuenta de una ruta de vida, desde la niñez hasta la actualidad. Al mismo tiempo, este libro confirma el talento narrativo de Ollé, salpicado de poesía y de una postura disconforme, como si estuviera escribiendo a escondidas.

La primera confesión de Ollé es sobre la fascinación que ha sentido en la adolescencia por escritores que han cultivado “el cuestionamiento del orden convencional” (p. 13), en tanto marginalidad, desarraigo, sensibilidad e intelecto. Esa semilla le ha permitido mirar lo desconocido, el otro lado del espejo, lo prohibido, como una forma de entender la vida y la escritura. La soledad, por otra parte, es una opción política íntima: “Creo que en algún momento me sentí atraída a ser parte de un partido de izquierda, (…) pero luego me di cuenta de que mi interés era solo emotivo; en realidad no estoy hecha para integrar ningún grupo ni político ni literario” (p. 87), escribe.

“Destino: vagabunda” nos introduce en el imaginario vital y literario de la autora, siempre en movimiento, a juzgar por el síndrome de las piernas inquietas que heredó de su madre, además de las viejas obsesiones y temores. El libro es un rico aprendizaje sobre el mundo salvaje, las motivaciones de sus ficciones, la familia, los afectos, la muerte, la universidad, las lecturas, los viajes, la relación con la Lima de los cincuenta y la actual, y la realidad social y política de un Perú violento. Lejos está el lector de encontrar morbo; más bien, hallará poesía, arte, ciencia y reflexión, como una forma de resistencia y salvación.

Nota: La versión original de este texto ha sido publicada en la revista “Espinela” (Nro. 11. Lima: PUCP, p. 113), bajo el título “Destino: vagabunda. Ni suplicio ni pesadumbre”. Puede leerse en: https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/espinela/article/view/27806