Juanita Bartra y la cerámica de Chazuta
Christian Reynoso
Juanita Bartra del Castillo es una risueña y flaquita anciana de cabello corto nevoso. A sus ochenta y dos años lleva una vida tranquila entre el calor y el trabajo que le supone su casa-museo, en donde nos recibe, en el distrito de Chazuta, a una hora de Tarapoto. Todos los días va a dar un paseo por las orillas del río Huallaga. La gente la saluda y ella aprovecha para contar alguna historia de su vida, cuando fue profesora, cuando dejó plantado a un novio en el altar, cuando se convirtió en misionera, cuando se fue a la Argentina, o cuando regresó a Chazuta, su pueblo natal, para quedarse hasta hoy.
La fama de Juanita responde al registro gráfico que ha llevado a cabo desde hace más de treinta años de los motivos decorativos de la cerámica de Chazuta. Un par de libros, publicados por instituciones gubernamentales, dan fe de la riqueza iconográfica que Juanita ha sabido rescatar. En efecto, la cerámica chazutina, sobre la base de arcilla y otros materiales locales, tiene larga data y tradición, y forma parte de la identidad del distrito, además de ayudar al sustento económico y de ser hoy una actividad de interés turístico. Ha sido declarada como Patrimonio Cultural de la Nación en 2020.
Juanita nos hace un recorrido por su casa-museo. Nos enseña troncos de caprichosas formas que ha encontrado en el Huallaga y que los exhibe como esculturas; luego, nos conduce hacia el salón de las cerámicas para ver la diversidad de vasijas entre muchos otros productos utilitarios y decorativos en arcilla. Nos cuenta, mientras tanto, cómo a comienzos de los noventa junto con la misionera española María Berasain, lograron la construcción del local del Centro Cultural Wasichay para las mujeres artesanas, entonces las únicas que se dedicaban a la alfarería, y que hoy sigue agrupándolas.
Escogemos algunas piezas, entre ellas un tiesto pequeño y un hermoso jarrón que pronto estarán en nuestras salas regalándonos su belleza. Líneas horizontales y oblicuas en blanco, rojo y negro, que son los tres colores característicos de la cerámica chazutina, se plasman en sus superficies en una iconografía que denota la relación con el río. Pero es cierto que aún faltan más estudios para poner sobre papel las claves de dicha iconografía. Juanita, por último, nos regala una flor de arcilla hecha por sus manos que la guardamos en nuestro corazón como el mejor recuerdo de su sonrisa. “Las manos hablan con la cerámica, hay que dejarlas hacer, como las lianas”, dice. Y nosotros le creemos. Las lianas.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.