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Pasamos los días bajo el calor

Christian Reynoso

Publicado: 2024-02-20

Pasamos los días bajo el calor del verano limeño tomando agua helada. “Asfixiante, insoportable”, afirman, “como nunca”. “Pero, nada que ver”, dice Pachuli y se ríe de la siempre exagerada Lima. Acabamos de llegar de la selva tarapotina y el calor de aquí no es nada comparado con el de allá, pero aquí no hay uvachados ni helados de taperiba que tomar, solo Coca-Cola y Donofrio, y noticias y delincuencia y politiquería y ruidos que atontan; encima, ahora resulta que Dina es la madre del Perú, vale decir de los peruanos. “Conchudaza, la tía presi”, dice Pachuli.

Pasamos los días bajo el calor del verano limeño y día y noche escuchamos “Abbey Road”, junto con Diego. Mi sobrino de siete años sabe más del último álbum de The Beatles que Pachuli. Pachuli se pone ansioso con “Something” y enciende cigarrillo tras cigarrillo. Le digo que no fume. Acepta de mala gana y ahora dice que Paolo es un cagón, que debe cumplir con el contrato que ha firmado, que es hijito de mamá, que Cuevita lo va a chalequear. “¿Qué?”, le digo. No le entiendo nada. “Lee los periódicos”, me dice.

Pasamos los días bajo el calor del verano limeño y no quiero leer los periódicos sino escuchar “Abbey Road” mañana, tarde y noche, mientras laburo virtual. El país nos cansa. La madre Dina nos harta. “Su cinismo es repulsivo”, dice Pachuli. Por eso las ganas de vomitar nos persiguen a cada momento. “¿Y quien sería el padre del Perú?”. En las redes leo el rechazo de Puno a Dina, mientras celebran, cervecean y bailan a su virgen Candelaria. “Allá hubiéramos estado tomando sangre de toro”, añade Pachuli. Es cierto, pero el sur se nos hizo inmenso.

Pasamos los días bajo el calor del verano limeño mientras miramos el mundo a la espera de viajar y abrazar un lugar verde. Nos damos cuenta de que el mundo está girando y que dormimos y despertamos cada noche y cada mañana a veces livianos y otras con malestares, como la picazón de un zancudo; a veces con amor, a veces con violencia. El país. La ciudad. “Una madre no mata a sus hijos”, dice Pachuli, “con la excusa de que se han descarriado”. Le digo que ponga en papel sus ideas. “¿Para qué?, a nadie le importa”, responde. Lo escucho y pienso que de seguro estamos aprendiendo. Aprendiendo a vivir con calor, con lluvia.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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