La mujer misteriosa del cuadro en La metamorfosis
Christian Reynoso
Hay un pasaje de “La metamorfosis” de Franz Kafka (1883-1924) que siempre ha llamado mi atención a lo largo de las varias lecturas que he dedicado a esta novela. El pasaje se refiere al momento en que la madre y la hermana de Gregorio Samsa desmantelan su habitación, una vez que nuestro personaje ya está metamorfoseado. En un descanso de la jornada, Samsa aprovecha y sale de su escondrijo y se dirige por encima de la pared hacia el único objeto que todavía queda en ella: el cuadro en el que se ve a una mujer cubierta de pieles.
Samsa se aferra con sus garras, patas, tentáculos o lo que fuere, al cristal que cubre la imagen y al marco del cuadro para esconderlo bajo su cuerpo y evitar que se lo arrebaten. No lo abandonará, se dice. Antes, lo defenderá si es necesario arrojándose sobre el rostro de su hermana. ¿Por qué Samsa se aferra a ese cuadro? ¿Por qué lucharía con su vida por conservarlo? ¿Quién es esa mujer cubierta de pieles? ¿Cómo es? ¿Cómo podemos imaginarla? ¿Qué hechizo tiene o tenía sobre Samsa? ¿Es alguien especial? ¿O solo es el retrato ordinario de una mujer? Asimismo, ¿cómo es el cuadro al que se alude? ¿Cuáles son sus colores, trazos, textura, formato?
Podemos conjeturar muchas respuestas a nuestras interrogantes, pues aparte de la mención en este pasaje, no hay ninguna otra referencia en la novela sobre el cuadro y la mujer. Su valor es ser el único objeto que Samsa decide guardar. En el plano simbólico, en el que se circunscribe “La metamorfosis”, el cuadro y la mujer representan la expresión del arte y la belleza; tal vez, lo único puro, limpio, incorruptible, a lo que Samsa puede aferrarse desde su condición de insecto monstruoso para no quedarse solo en su habitación y en lo que le resta de existencia.
En todo caso, el arte como una forma de protección y salvación, o como un refugio. El arte como contraste y a la vez complemento de una forma de sentir y concebir la vida desde lo abyecto. El arte como compañía frente a la ruindad. ¿Es posible? Samsa nos permite imaginar, así como Kafka a Samsa, a una mujer mediante la pintura. Por alguna razón, ella y el objeto artístico le dan esperanza y vida, pero nunca sabremos realmente qué hay detrás. Tal vez la respuesta implique descubrir en nosotros, al igual que Samsa, nuestro cuadro, aquel que queremos proteger y guardar, aunque de repente aún no lo hayamos visto.
(El 3 de junio pasado se han cumplido los cien años de la muerte de Franz Kafka).
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.