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foto: paulo herrera

Chiboleando con el poder

Christian Reynoso

Publicado: hace 3 horas

El caso u ocaso del cómico y conductor de televisión Andrés Hurtado, “Chibolín”, detenido recientemente e investigado por montar una maquinaria de tráfico de influencias además de sobornos y lavado de activos, confirma una vez más las relaciones que a menudo se dan entre el poder, el abuso del mismo y la impunidad en el Perú. Muestra, también, la forma cómo operan las mafias y cómo se esconden tras bambalinas y sets de televisión. De esta manera, Chibolín construyó un oscuro imperio mediático que le permitió sacar provecho en otros ámbitos y que ahora le pasa factura.

Empoderado a través de su programa “Porque hoy es sábado con Andrés” en Panamericana Televisión, Chibolín había hecho de este espacio un esperpento de la loa y la franela peruana, bajo la máscara de la ayuda social. Decenas de congresistas, jueces, autoridades, candidatos y estrellas televisivas desfilaban por su set y recibían reconocimientos y patéticos elogios, cuando en realidad por debajo se tejían relaciones utilitarias a corto y largo plazo. Nada es gratis, como bien parece ser que era el eslogan del conductor de tv.

“Porque hoy es sábado con Andrés”, en medio de la grandilocuencia huachafa de Hurtado, servía para legitimar el éxito de cualquier personaje. Se dice que podía llegar a costar hasta cien mil soles si eras un candidato en campaña y querías aparecer en el programa para llegar a una mayor audiencia además de recibir flores que abonarían en tu rédito. Chibolín entendió bien y puso en práctica el aprovechamiento del poder mediático que ostentaba. Y allí, en ese trono se sentó, creyéndose un dios, sin medir su bonanza que, finalmente, lo terminó delatando.

El poder corrompe, el poder envilece, se suele decir. De estos casos hay muchos en nuestro país. Basta una cuota de poder en cualquiera de sus expresiones para creer que es posible transgredir la legalidad, actuar con impunidad, es un país informal por excelencia. ¿Cuántos chibolines más hay en el Perú? ¿Cuántos chibolean de esta forma? ¿Es Chibolín un mafioso de peso pesado oculto bajo el disfraz de la fantasía televisiva y la bendición de la audiencia, o es un atribulado personaje y cómico con déficit de atención, ambicioso de poder, delirante, con ínfulas de todopoderoso, ungido de Dios? Sea cual sea, hoy por hoy, es también el apestado payaso del circo de quien todos se corren.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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