Conexión con mi causa Paul
Christian Reynoso
“Será la última oportunidad de verlo en concierto, al menos en el Perú; ya tiene 82 años, difícil que vuelva”, decían los fans apostados en los exteriores del Park Hotel, en Miraflores. Muchos de ellos estaban allí desde hacía dos días esperando a que Paul McCartney asomara la cabeza por la ventana o saliera a la terraza o mandara algún tipo de señal. “Solo se ve su sombra”, decían, creían, se daban esperanza, tenían que seguir esperando. “¿Y si me voy y justo sale?”. Las dudas perturbaban. Mientras tanto, un par de muchachos con guitarras de palo tocaban canciones de The Beatles y la gente coreaba.
Paul nunca salió por ningún resquicio y ya solo pudimos verlo en el escenario del Estadio Nacional, la noche del 27 de octubre, en un maravilloso concierto, como parte de su gira “Got Back”, que ha sido como un largo sueño esperado que, de pronto, se hace realidad ante los ojos y allí tienes a Paul delante de ti, sin que lo puedas creer, tocando para ti sus canciones, como lo ha sentido mi sobrino Diego, de siete años, y fan del cuarteto de Liverpool desde hace un par. Una bella experiencia que conecta a las personas bajo el influjo del arte; en este caso, mediante los arpegios, los golpes de batería, el canto, las vibraciones. La magia de la música al fin.
Es la tercera vez que Paul McCartney se presenta en el Perú. En 2011 y 2014 se vivió lo mismo; incluso, el repertorio fue muy parecido y las sensaciones resultaron igual de intensas y filudas. Algo de ello escribí en el artículo “Noche Beatle en el Perú” (ver https://christianreynoso.lamula.pe/2019/05/21/noche-beatle-en-el-peru/christianreynoso/) tras asistir al primero. Ahora somos caseritos. Pero esta vez la certeza de que esta haya sido la última oportunidad para verlo y escucharlo por estos lares ha sido más latente. “No importa si muere, su música quedará para siempre”, dicen, y desde luego que sí, pero la experiencia vital de estar presente en su concierto es algo que marca una diferencia entrañable.
Es cierto que algunas de las canciones de Paul solista no alcanzan la magia de las de The Beatles, lo que se puede percibir en vivo, pero ello no pone en cuestión su energía y carisma, además de su profesionalismo como multiinstrumentista y conquistador del público con su español masticado y estratégicamente seleccionado con muchas jergas del acervo peruano. Pero por encima de ello, Paul ha podido establecer con su música y presencia una forma de conexión entre las personas, entre las familias, entre las parejas; un vínculo irrompible que se fortalece con cada canción, sin importar las edades ni las condiciones sociales; una manera de acercarse a un estado de asombro y felicidad que, si bien, dura lo que dura una canción, siempre es posible volver a repetir con solo apretar un botón o hacer un click o solo cerrar los ojos.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.