“Bubinzana. La canción mágica del Amazonas” (1960), es la tercera y última novela del escritor loretano Arturo Hernández (1903-1970), de quien, en esta columna, hemos venido escribiendo sobre su obra (ver columnas dedicadas a “Sangama” (1942) y “Selva trágica” (1954), sus dos anteriores novelas). A esta tercera novela se suma un libro de cuentos, en 1969, con el que se cierra la obra de Hernández. “Bubinzana” es una novela corta de la que según se tiene noticia, su primera edición fue escrita en primera persona; luego, fue publicada junto con sus cuentos, en tercera persona. Esta es la que hemos leído, en edición de Trazos editores.

Los protagonistas son el sacerdote Sandro, quien en su deseo de caquetizar a un grupo de familias selváticas, las conducirá a un éxodo hasta anclar en un espacio de la selva virgen para fundar el caserío El Paraíso (la connotación católica es evidente) y predicar allí su fe, alejado de la civilización. Como parte de su comitiva va junto con él el brujo y curandero Alfonso, el otro protagonista, quien intenta, por diversos medios propios de su oficio, recuperar a Clotilde, la mujer que ama, pero que le ha sido arrebatada por un dios marino que la ha convertido en bufeo, aquel maravilloso, erótico y mítico animal que forma parte de la cosmovisión amazónica.

De esta manera, “Bubinzana” es una historia en la que discuten dos maneras distintas de ver, creer y actuar. Fe y magia, religión y leyenda, racionalidad y misterio, aunque a menudo se entremezclen y alimenten una con otra. El permanente diálogo que sostienen Sandro y Alfonso, a lo largo de la trama, en una suerte de discusión filosófica tanto como naturalista y sabia, los integra lo mismo que los separa. “Representaban entre ambos dos obsesiones contrapuestas: la del pecador irreductible tras el placer sensual, y la del santo en pos de un ideal cristiano. Se unieron dos incompatibilidades cuyos resultados estaban muy lejos de prever”, escribe Hernández, en las primeras páginas, más con un afán explicativo que literario.

La toma del ayahuasca, la cual se mezcla con la bubinzana, una planta de flores rojas, y que se potencia aún más con canciones mágicas, en esta novela va más allá de lo tradicionalmente conocido de dicha ingesta, lo que se debe al talento narrativo de Hernández que le da otro valor al servicio de la historia. Lo mismo ocurre con la famosa leyenda en torno a los bufeos en los ríos y lagos, y el embrujo que producen en varones y mujeres. Tal vez “Bubinzana” sea la novela de Hernández de lectura más difícil, alejada un tanto de las peripecias y travesías de las anteriores, pero que condensa la discusión que hoy como antes sigue presente. ¿Qué es la selva? ¿Qué hay allí? ¿Cómo la vivimos? ¿Cómo nos acercamos?