#ElPerúQueQueremos

Chongreso

Christian Reynoso

Publicado: 2024-12-31

«Ya sabíamos desde hace tiempo que el Congreso peruano era un burdel, no solo en un sentido metafórico sino auténtico, como lugar de inmoralidad y corrupción, pero esto ya es el colmo de los colmos, que, en verdad, el congreso se haya vuelto un chongo», me dice Pachuli. Está asadaso, como siempre que se pone cuando hablamos del Perú y la política y sus políticos infelices y ladrones. Fuma, fuma. Fuma como chino en quiebra. «¿Hasta cuándo vamos a estar así con esta clase política? ¿Y la gente no hace nada?». «Nada», respondo. «Tiene miedo o no le importa o está ocupada en sus asuntos».

«Qué tal chongazo», dice Pachuli. «Es de no creer. O sea, ¿no les basta con no hacer nada por el país, con conchabarse entre ellos, con llenarse los bolsillos, que encima tienen que llevar sus putas al Congreso?». «Todo está en investigación», le digo. «Ja, ja», Pachuli se ríe. Ha venido a mi casa para despedir este 2024. Tomaremos algunos tragos y comeremos y nos olvidaremos por un momento de todo lo que viene ocurriendo en el país, creeremos que el próximo año todo será mejor, haremos votos porque así sea, aunque sepamos que en el fondo son nada más que falsas ilusiones, porque vamos de mal en peor.

«Chongo, burdel, puterío, prostíbulo, lupanar, lenocinio, bulín, casa de putas, casa de citas, puticlub, mancebía, casa de sexoservicio, congal», enumera Pachuli, en voz alta. «Todos calzan perfectamente con el Congreso, ¿no crees?», añade. «A ver, ¿qué más?». «Cinco y medio, Trocadero, Miss BB, El Fogón Chino, Las cariñosas, Las palomitas, La Vía Rosa», respondo por seguirle la conversación a Pachuli. Son los nombres de los burdeles que conozco. «El Chongreso», dice Pachuli, «queda bien para nombre de chongo, ¿sí o no? Tienes que ser político, padre de la patria, e ir con terno, si no, no te dejan entrar», Pachuli se ríe.

«Ya, pero fuera de bromas, ¿cómo es la nota?», pregunta Pachuli y no espera ninguna respuesta porque sigue, mientras fuma. «A ver, imaginemos», propone Pachuli. «O sea, de pronto, un congresista se pone palo, quena, arrechín, tras haberse soplado una sesión en el hemiciclo o al cabo de una reunión de comisión, y entonces se va a su oficina y listo, ahí tiene a su disposición el servicio, listo para matar, un rapidín, un paraguay o un Clinton. ¿Así habrá funcionado el chongo congresal? ¿O cómo? Imagínate, si hasta el presidente de los Estados Unidos lo ha hecho qué no lo van a hacer los lorchos políticos peruanos, solo que con nuestra plata. ¿O sea también tenemos que pagarles los polvos? El colmo».


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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