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La Candelaria y la política

Christian Reynoso

Publicado: hace 2 horas

La Fiesta de la Candelaria que se viene celebrando estas semanas en Puno, no solo es espacio particular de danza, música y devoción a la virgen Candelaria, entre guiños de jolgorio rabelaisiano y fe de tinte pagano más que celestial, sino también es espacio que se viste de tribuna política. Será acaso por la multitudinaria cantidad de cámaras de televisión y personas que la festividad convoca entre locales, foráneos y extranjeros. Por ejemplo, para este fin de semana, en el clímax de la fiesta, se anuncia la presencia de Martín Vizcarra y Alfonso López-Chau. Sus visitas, de ser ciertas, responden evidentemente a un afán proselitista. En 1990, el entonces candidato presidencial Mario Vargas Llosa fue echado a pedradas del estadio donde se realizaba el concurso de danzas (Ver mi columna: “Vargas Llosa y el altiplano”).

¿Es la Fiesta de la Candelaria un espacio político? ¿Debería serlo? Al respecto, me parece que todavía no hay estudios ni perspectivas que se acerquen a analizar este evento social, religioso y cultural desde el ángulo de la política, lo que resultaría interesante. En 2023 la fiesta se canceló por los asesinatos y hecho políticos ocurridos en Juliaca. Pero tampoco hay que esforzarse mucho para visualizar que, en efecto, la fiesta es también política. Por ejemplo, muchos de los presidentes de los conjuntos aspiran al cargo de la presidencia de la Federación Regional del Folklore y Cultura de Puno, puesto que ello es un trampolín para luego aspirar a la alcaldía de Puno, tal como ha sucedido con el actual alcalde puneño.

Por otro lado, la competencia que se establece entre los numerosos conjuntos de danzas por ganar la presea del título de campeón implica ya un componente político que pone en juego diversos elementos y críticas, mientras que, en el seno de los conjuntos se observan pugnas de poder, ego y preponderancia del statuo quo y no siempre relaciones de tipo horizontal, tal como ha ocurrido hace unas semanas con las divergencias al interior de la Federación del Folklore que los agrupa. El monopolio de la venta de cerveza y demás bebidas, así como la venta de espacios para espectar las danzas, y lo que cada danzarín debe solventar para bailar en un conjunto, implican movimientos económicos en gran escala. Donde hay dinero hay política.

La Iglesia Católica junto con la hermandad de celadores de la virgen también son parte de esta ecuación política, en tanto se asumen como dueños absolutos de la virgen de la Candelaria (sus críticos dirán que la virgen es del pueblo) y entran en conflicto con el desborde danzaril. No obstante, resulta curioso que, en medio del fervor religioso, se conozca que Jorge Carrión, el obispo de Puno, será trasladado por la fuerza a la Fiscalía por un caso de malversación de bienes de la iglesia, tal como lo da a conocer la revista “Caretas” en un reportaje reciente. Mientras que el obispo de Juli, Ciro Quispe, envuelto en amores y gestiones nada santas, como se lee en reportajes de la prensa local, no se queda atrás, pero, desde luego, se dirá que son hechos de tipo político. Y la fiesta seguirá.


Escrito por

Christian Reynoso

Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.


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