Extorsión y muerte
Christian Reynoso
Los recientes asesinatos, tanto del cantante de Armonía 10 como el de un joven reciclador y el de una jaladora de combi, en manos de las mafias de extorsionadores, ponen una vez más en agenda el tema de la inseguridad ciudadana y cómo el gobierno no hace nada por frenar esta ola de muertes. El estado de emergencia que se ha decretado en respuesta, en la práctica no sirve para nada, ya lo sabemos, tal como los decretados anteriormente, y evidencia algo más preocupante: los funcionarios encargados de combatir a las mafias, establecer orden y cuidar a la población no tienen la más mínima idea de qué hacer.
Que la presidenta ponga sobre la mesa el tema de la pena de muerte para los extorsionadores, resulta más una declaración de momento para apaciguar el aprieto que la posibilidad de analizar un proyecto complejo que requiere de una serie de reformas a la Constitución, por lo que hoy es imposible. Esto no significa, en mi opinión, que la pena de muerte no deba ser una alternativa en nuestro país como por ejemplo para los violadores de niños y los feminicidas. Llevar al paredón a los asaltantes y extorsionadores solo es declarativo.
Mientras tanto, la extorsión avanza cada día. Como un cáncer cada vez toma nuevos espacios. Ya no solo son los empresarios grandes y pequeños, la zona rosa, el transporte público, las tiendas de abarrotes, sino los colegios (al punto que estos deben restringir las clases presenciales), los artistas y, en general, cualquier actividad que implique un flujo de dinero del cual sacar provecho bajo la forma del cupo, la amenaza y la violencia delincuencial. Pronto, la extorsión llegará a los supermercados, a los malls, a las cadenas de restaurantes, a las tiendas Ripley, Saga Falabella, etcétera. Porque nadie está a salvo. Ni una empresaria de huevos, ni un cantante, ni un reciclador, ni una jaladora.
Así el panorama, estamos desamparados y humillados tanto por los delincuentes extorsionadores como por la clase política que no pone atención ni propone nada a esta situación crítica. Hoy, la discusión se centra en la censura al ministro del Interior (que hace tiempo ha debido renunciar), pero eso no arregla el problema. El nuevo ministro no sabrá qué hacer y el día a día del país seguirá hostigado con la misma violencia. No hay estrategia, no hay expertos que asesoren, no hay voluntad política, solo improvisación y una forma de mecimiento que conduce, irremediablemente, al sálvese quien pueda y como pueda. Es penoso, pero cierto.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.