Vamos a Tocache con Miki González
Christian Reynoso
“Mírenme bien, que soy una especie en extinción”, dice Miki González al empezar su participación en la reciente edición de Vivo x el Rock, en Lurín. El público ríe y lo aplaude. Próximo a cumplir 73 años, el autor de “Chicles, cigarrillos, caramelos” tal vez siente en lo más hondo la proximidad de la muerte o tal vez se ve a sí mismo como un antediluviano rockero en extinción, fuera de los circuitos comerciales y complacientes, dueño de una estética que le ha permitido fusionar ritmos peruanos sin perder la base del rock.
Flacucho como siempre y casi casi calvo, Miki rasga la guitarra eléctrica y comienza su concierto. Suena “Vamos a Tocache” para la que no hace falta más que su guitarra, el bajo y la batería. Una pieza del más puro rock de garaje o del rock de carretera, y que, con el tiempo se ha convertido en una de sus canciones más escuchadas y cantadas. Luego, vienen los músicos de apoyo y Miki se luce sabroso y con humor, y ejecuta un repertorio que incluye sus éxitos de fines de los 80 y comienzos de los 90, cuando había que hablar del país desde el rock.
Curiosamente “Vamos a Tocache” es la canción mikigonzaliana que ha sido adaptada a otros géneros. Tiene, en efecto, un algo, que contagia y comparte. Uchpa, la potente banda de quechua rock blues, que horas antes se presentó en el festival, la ejecutó con un tono de guitarras más pesadas y desde luego en quechua; y luego, Los Mirlos, invitados de Miki, la tocan junto con él en su característico ritmo de cumbia psicodélica, lo mismo que, a continuación, “Chicles, cigarrillos, caramelos” y “Akundún”. ¿Una perversión?, como opinan algunos, ¿o solo una manera de seguir viajando?
Y llegamos a Tocache tan igual que Miki a fines de los 80. La canción habla de la gira del músico a esta ciudad de la selva de San Martín en la que el narcotráfico, el cultivo de coca y la violencia eran el pan del día, no obstante, se escuchaba rock en Radio Marginal. Y Miki se despide, resistiéndose a su extinción y yo recuerdo la primera vez que lo vi en concierto, en la década del 90, cuando fue a Puno a presentar “Akundún” (su cuarto álbum, 1992) y ataviado de un poncho cantó en el Coliseo Cerrado, flacucho como siempre Miki, pero todavía con una cabellera rockera que parecía una explosión de resortes larguitos.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.