Las manos de Edmundo Torres
Christian Reynoso
Las manos de Edmundo son blancas, de dedos largos y suaves, en las que se advierten visibles sus venas como si fueran riachuelos. Tienen un movimiento elástico a la vez que concreto y a veces pueden sugerir el vuelo de una mariposa. Con esas manos crea, moldea, construye, danza, vive y respira, Edmundo Torres (Puno, 1944), actor, danzante, artista multidisciplinario y mascarero, radicado en Berlín, y estos días de paso por Lima y Puno, de quien se exhibe la muestra “Edmundo Torres: Las manos que danzan”, en el Centro Cultural PUCP, con la curaduría de Miguel Rubio Zapata.
Edmundo dejó Puno a los 24 años. Llegó a Lima en 1968, para seguir estudios en Bellas Artes, hasta 1979 en que partió a Italia para estudiar arte dramático en Milán. En 1983 volvió a Lima y en 1985 partió definitivamente a Berlín, donde vive hasta hoy. De su niñez y juventud en Puno recuerda al profesor de arte y pintor Simón Valencia Melgar en la Escuela Preparatoria Nro. 3 que dirigía el educador y escritor José Portugal Catacora. “Simón era feo, pero tenía gran sensibilidad y hacía teatro de marionetas y escenografías preciosas; lo evoco con mucho afecto”, nos dice. En Lima trabajó para el Grupo Yuyachkani y luego, a lo largo de su carrera, diseñó máscaras y accesorios para compañías teatrales de Berlín y Bremen.
La muestra permite conocer los diversos registros de Edmundo: máscaras, esculturas, accesorios, vestuarios, instalación, bocetos, el taller y los materiales con los que trabaja, y el camarín o “el cuartito”, entre cortinas, en el que el artista recibe y baila y comparte con los amigos, como si todos fueran los actores de una puesta en escena en vivo y en directo. Su trabajo permite al espectador conocer elementos culturales de claves simbólicas identitarias y acaso resignificadas con un temperamento lúdico, danzante y pleno de humor. Personajes como la china diabla, la catrina, el kusillo, el diablo, las vírgenes, entre otros, que conforman un imaginario particular. También pueden verse las máscaras empleadas en la famosa obra “Los músicos ambulantes” de Yuyachkani: el burro, el perro, la gallina y la gata.
“Berlín me permite vivir en Puno”, dice Edmundo, mientras conversamos sobre el desarraigo y la forma de mantener la identidad mediante al arte. En Alemania encontró al narr, personaje de ruptura, transgresor, bufón y loco, que aparece en los carnavales y que, enseguida, lo asoció con el kusillo altiplánico, el ukuko cusqueño y el saci brasilero, como para sentirse en casa. Del mismo modo, la catrina le permite proyectar el trabajo manual al plano performativo al travestirse en la calaca elegante por calles berlinescas y recientemente por calles puneñas, en un acto de ilusión, transgresión y algo de locura. Y al amparo de esa locura, salimos de la exposición junto con Edmundo por las calles limeñas en busca de danza.

edmundo torres y christian reynoso en "el cuartito".

exposición "edmundo torres: las manos que danzan". centro cultural pucp, 2025
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.