El cuadro rojo de Cliver Flores Lanza
Christian Reynoso
Apenas entro al gran salón del hotel Casablanca, en Iquitos, en el que se presentará un libro de cuentos de ciencia ficción de autores amazónicos, me llama la atención. Está ubicado, solitario, en la pared blanca del fondo. Su formato grande resulta elegante en la inmensidad de la pared y no necesita compañía. Sus colores rojos que hacen contraste con azules de diversos tonos y manchas claras me seducen al punto que no aparto la mirada de él durante la presentación del libro. Una porción del barrio Belén con trazos densos y texturas enérgicas se alzan con una magia envolvente. Es inevitable. Suele suceder de tiempo en tiempo, cuando te encuentras con un cuadro que mueve algo dentro de ti.
El embrujo es apocalíptico y obsesivo. No hay nada que hacer. Se volverá más bien problemático. Querer saber sobre el pintor, buscarlo, intentar comprar el cuadro, ver alguna manera de que forme parte de tu colección. Bien vale la pena, porque ello sucede contadas veces en la vida, y es difícil renunciar al embrujo. Pregunto en la recepción y me informan que el cuadro no está en venta, puesto que es parte del decorado del hotel, pero que el autor es el pintor loretano Cliver Flores Lanza. Me facilitan su número de teléfono. Lo llamo al día siguiente a primera hora y le pido visitarlo. Cliver me recibe atento en su casa taller en la avenida Participación en Belén Alto.
Le comento sobre el cuadro y mi deseo de adquirirlo, pero no hay nada que hacer. Ya tiene dueño. Cliver me muestra otros cuadros de su serie “Iquitos. Zona Monumental”, que ha expuesto en 2022, y de la cual el cuadro deseado fue el atípico. Son cuadros en formato grande llenos de luz, ricos en detalle y pintados al aire libre en los que ha plasmado diversos monumentos arquitectónicos de la ciudad, entre casonas, plazuelas, avenidas y boulevares que tanto hoy como antes son la representación de lo que ha quedado de la opulencia que se vivió en la época del caucho. A este paisaje, Cliver Flores le añade el movimiento contemporáneo de la ciudad, cifrado en la moto y el motokar, como elementos imprescindibles del Iquitos de hoy.
Para no ceder paso a la frustración escojo entre los cuadros uno pequeño de tonos amarillos y azules en el que el paisaje del barrio Belén aparece sugerido entre sombras y texturas. La conexión no es la misma, pero mantiene el espíritu del cuadro rojo. Cliver, quien anda por los 57 años, me cuenta de su trayectoria artística, desde sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Iquitos a fines de los ochenta hasta hoy y la labor docente que realiza en la misma escuela. Miro sus ojos y sus manos y puedo ver a un artista honesto y fiel a sus mandatos creativos en medio del ruido y el calor de la isla bonita que, asimismo, le brinda color y luz, y rojo Belén como el infierno.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.