Adiós, don Plinio
Christian Reynoso
Esta madrugada ha partido don Plinio Goyzueta Cáceres. Natural de la provincia de Lampa, al norte de Puno, hacía poco había cumplido 93 años. El virus y las complicaciones propias de la edad no le permitieron seguir en pie, tras cinco días hospitalizado en EsSalud. Lo conocí siendo niño, pues era el abuelo de mis primos de sangre. Pero don Plinio tenía varias virtudes que lo hacían un hombre entrañable, inteligente y soñador. Por eso siempre era un deleite conversar con él y escuchar sus historias.
Joven salió de Lampa y se fue a Lima en plan de aventura. Más adelante fue vendedor estrella de la Compañía Rena Ware y viajó por el Perú. En Puno, en la década del sesenta hizo familia con doña Maura Camacho Marín. Fue también cuando empezó a armar sus grandes Nacimientos que le depararon reconocimientos. Con los años llegó a tener más de dos mil piezas y juguetes en miniatura y estableció un nacimiento temático con sectores dedicados a la sierra, selva y costa del Perú y diversas especies de animales y flores. En los años ochenta, cuando vi su nacimiento, quedé cautivado con los infinitos juguetes y supe que don Plinio seguía siendo un niño que no podía desprenderse de sus juguetes. Una crónica sobre él y sus nacimientos escribí posteriormente (ver http://shorturl.at/cnLV0)
Las flores y la jardinería fueron otras de las pasiones de don Plinio. Como funcionario de la Municipalidad Provincial de Lampa, estuvo a cargo de los jardines de la ciudad. Don Plinio creó con flores y plantas hermosos paisajes de color y olor que Humareda, su paisano, hubiera querido pintar. En los últimos años la memoria empezó a hacerle jugadas a don Plinio y, en ocasiones, hasta podían resultar divertidas. La historia de ir a pedir su sombrero y su saco que había prestado a ciertos vecinos era recurrente. Aquello había ocurrido treinta años atrás.
Sea este texto una forma de tener presente a don Plinio, quien todavía hubiera podido seguir con nosotros, soñando con sus nacimientos y juguetes, con sus cocteles especiales en cada celebración del Señor de Machallata, con sus cigarrillos Capri, con su bigotito risueño y su baile elegante, con su cortesía de caballero antiguo y educado, de los que hoy se ven poco. Que estas palabras a la distancia se conviertan en un abrazo fuerte para sus familiares y deudos. Un abrazo que también signifique resistencia en medio del país herido en que vivimos con tantos(as) políticos y funcionarios miserables y cretinos.
Escrito por
Escritor y periodista peruano. Magister en Literatura Hispanoamericana. Autor de novelas y libros de investigación y ensayo.